Sandra Huller. Swann Arlaud. Milo Machado Graner. Samuel Theis. Antoine Reinartz. Camille Rutherford. Anne Rodger
El título, Anatomía de una caída, es sin duda una referencia clara a Anatomía de un asesinato, el clásico de Otto Preminger. Al igual que en aquella, la decisión de Justine Trier es ponernos ante una situación dramática y de dudosa autoría, y diseccionarla en un tribunal.
En este caso, un hombre sufre una caída mortal en su casa, cuando la única persona que está allí en ese momento es su mujer. En principio son un matrimonio correcto, sobrellevando el hecho de que su único hijo, tras sufrir un accidente, viva con una pérdida casi total de visión. Pronto surgen las dudas y la esposa es imputada por asesinato. A partir de ahí, asistimos a una cinta claramente emparentada con las películas clásicas de juicios. Pero en su contenido encuentro muchas más cosas.
Lo que produce mayor extrañamiento es la decisión de mantenerse y mantenernos siempre al margen, de no ofrecernos más información que la que poseen los personajes que rodean a la protagonista, con esto nos deja en una incómoda situación de desconcierto que hace que en ocasiones nos alejemos de lo que ocurre o pensemos que nos faltan piezas. En ningún momento será fácil, ni sentiremos demasiada simpatía por ninguno de los implicados.
No quiero dar ninguna pista sobre el desarrollo de la trama. Sólo diré, en lo que se refiere al ámbito policiaco, resulta menos relevante que todo lo que sale a la luz en su desarrollo. Aspectos como las oscuridades de la intimidad de una pareja, los desequilibrios que se producen con el paso del tiempo, y, sobre todo, la que para mi es lo más importante, la posibilidad de decidir ante la incertidumbre, con todo lo que ello implica.
Trier es meticulosa en su escritura y también en su realización. Cuidadosa y eficaz, no busca la belleza de las imágenes sino una narrativa potente con soluciones tan inteligentes como la recreación de los recuerdos. En especial, hay un tramo, el de la discusión del matrimonio, que es un prodigio absoluto, por su estructura, pero también por toda la verdad que transmite, siendo una de las recreaciones más crueles de la violencia contenida que hemos visto en mucho tiempo, a la altura de las asperezas de Bergman.
Posiblemente, uno de los grandes aciertos, haya sido contar con una protagonista de la altura de Sandra Huller, capaz de llevar sobre sus hombros la complejidad de un personaje al que nunca conoceremos de verdad.
Anatomía de una caída es una propuesta arriesgada y difícil, posiblemente no redonda, que nos zarandea cuando pensamos que hemos encontrado el camino. A muchos no les gustará y lo comprendo. Para otros, para mi, es un ejercicio de inmersión en las esquinas del ser humano. El cine a veces nos recuerda cosas que no siempre nos gustaría ver.
Público
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