Paloma Alvamar. Andrés Córdova. Edgard Treviño. Kat Rigoni. Ernesto Meléndez. Gustavo Morales. Conchi León.
Netflix
No conozco la obra de Fernanda Melchor, autora de la novela en que se basa esta película y de algunas otras. Pero tengo la seguridad de que escribe desde el conocimiento, desde la propia experiencia. A lo mejor me estoy montando yo sólo la película. Pero lo cierto es que siempre que me he encontrado con autores que contaban el infierno que había conocido, tenían la facultad de hacer que entre la crueldad, surgiese la ternura e incluso un poco de poesía.
La película que nos propone Elisa Miller narra una historia terrible, la de un crimen, pero también la del entierro de la inocencia.
Unos niños, siempre unos niños, encontrarán el cadáver de la bruja, un viejo travesti que vive en la selva, en una casa en ruinas, donde organiza orgías a las que atrae a los jóvenes con drogas y alcohol. Conocer el porqué de su asesinato, será lo que nos cuenten a partir de ahí, recurriendo al pasado.
Lo hace con un guion que, no sé si inspirado en la propia estructura de la novela, se compone de capítulos que, a modo de fichas de un puzzle, van componiendo la trama del crimen, cada uno con la perspectiva de uno de los personajes. Finalmente sólo será la consecuencia de mucho dolor, de una existencia sin futuro y de otra muestra de la injusticia que habita este planeta.
Teñida de una belleza sucia y salvaje, carnal hasta el dolor, la cinta es inmisericorde, dura hasta el ahogo. Extrañamente hermosa y real como un puñetazo.
Y al final, ese abrazo, que lo dice todo. Que habla de amistad, de miedo, de desolación y del dolor infinito de saber que el futuro siempre será como hoy.
Público
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