Colman Domingo. Chris Rock. Gus Harper. Lily Key. Johny Ramey. Glynn Turman. Jeffrey Wright. Audra McDonald. Aml Ameen. Cch Pounder. Jules Latimer. Michael Potts. Adrienne Warren. Jakeem Powell
Recuerdo en los años setenta ochenta, directores como Sidney Lumet o Alan J.Pakula que le dieron al cine un cierto nivel político. Más allá del entretenimiento, el séptimo arte servía también para enfrentar a los americanos con las grietas de su sistema, la corrupción política, el racismo, el intervencionismo en conflictos extranjeros... hasta cierto punto era una forma de contrición frente al mundo, al tiempo que se cuestionaba el mundo feliz. Pero poco a poco, ese trasunto de cine político, se convirtió en un género, banalizándose hasta incorporarse al objetivo de entretener. Nada malo. Si es esa una forma de despertar conciencias, bendita sea. Pero también hay que asumir que se permitía una lectura que no pasase de la superficie.
Creo que Rustin es una película que bebe mucho de esa tradición, e incluso en su estética, escenarios, ritmo, banda sonora.... me recuerda al cine de esa época. De hecho, podríamos pensar que aquel cine ha pasado a convertirse en cine histórico, y que esta crónica, que quizás llegue algo tarde, también lo es.
El personaje central, Bayard Rustin, es un hombre negro complejo. Abandonado por su familia, homosexual y beligerante en lo que se refiere a la cuestión racial aunque desde las posiciones pacifistas impulsadas por Ghandi. Amigo personal de Martin Luther King, la película no pretende ser un retrato amplio del personaje ni contarnos su vida, pero sí, creo, recordar una figura fundamental en la lucha, y lo hace narrándonos el que posiblemente sea el episodio más importante de su carrera: la organización de la marcha sobre Washington para defender los derechos civiles, que llegó a congregar a más de doscientas mil personas. En esa epopeya, asistiremos también a parte de su intimidad, con una transparencia que tiene mucho de pureza. La magnífica interpretación de Colman Domigo, da cuerpo y sangre a todo su dolor y a toda su esperanza, también a su energía, a su desconcierto y a su necesidad de ser querido.
He leído críticas sobre la superficialidad de la propuesta, y sin embargo, admitiendo la necesidad de caminar en modelo digest, personalmente esta película me acerca a su protagonista, me emociona con sus heridas y su éxito y me entretiene de principio a fin, al tiempo que me recuerda que los cimientos de nuestra sociedad no siempre han estado a la altura.
Sí, puede pecar de antiguo, pero es buen cine. Y hay historias que siempre merece la pena recordar para que no se olviden.
Público
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