Leonardo DiCaprio. Robert de Niro. Lily Gladstone. Jesse Plemons. Brandan Fraser. Louis Cancelini. Jonh Lithgow. Scott Sheperd. Charlie Musselwhite.
Año 1920 en el estado de Oklahoma. En las tierras donde moran los indios Ossage se encuentra petróleo. Esto tendrá extrañas consecuencias: cuando comienza Los asesinos de la luna, tenemos la sensación de estar asistiendo a una distopia. En una localidad del antiguo oeste, el dinero está en manos de los indios, convertidos en unos plutócratas con joyas y automóviles, mientas son servidos por blancos que además trabajan en los pozos. Algo así nos resulta incomprensible en un país que, sabemos, poco después condenó a reservas a todos los pieles rojas y siempre tuvo un problema íntimo con el racismo.
Poco a poco iremos viendo matices que parecen "corregir" esta situación, como es la necesidad de tutores para que algunos indios dispongan de su dinero, los robos o el desprecio con el que los blancos contraen nupcias con mujeres Ossage para hacerse con su patrimonio.
Aun así, no estamos preparados con lo que poco a poco se irá desarrollando en esta historia, y que es, nada menos, que la constatación de que el Mal existe, así, con mayúsculas. Esa sociedad aparentemente ejemplar en lo que se refiere a convivencia, cuenta con una capa oculta donde habita la miseria más absoluta, capaz de actuar de forma organizada y sin ningún escrúpulo para privar a los herederos de la tierra, de su riqueza.
Ernest Burkhart, el protagonista, desarrolla el sucio recorrido de quien, siendo sólo un amoral, termina convirtiéndose en un instrumento de la oscuridad hasta niveles trágicos.
Esta es una gran historia americana, una historia terrible pero que conforma parte de los cimientos del país. Y Scorsese, un maestro clásico, la pone en pie con mucha ambición y con la excelencia de un artesano.
La película está escrita con precisión, conjugando múltiples acciones y personajes, y sobre todo, graduando de forma perfecta la información que vamos obteniendo a medida que van deslizándose las capas que lo conforman. Con ese material, el director sobre todo se centra en lo narrativo, y con ello, nos atrapa en su densidad, en su riqueza y en su solidez.
Hay muchas otras cosas que me gustan en esta excelente película, su dirección artística y magníficas interpretaciones, de un Leonardo DiCaprio que esta grandioso, siendo ya un talismán para Scorsese, de Lily Gladstone con una construcción matizada y contenida, un Robert de Niro que... ¿hay algo que decir de él?.
Con todo esto llega la ambición. El maestro se atreve con algo ahora poco usual, una duración que supera las tres horas. Y sí, lo consigue. En mi opinión, una apuesta tan grande, sólo podría concluir en un éxito o un tremendo fracaso. Es lo primero. Sin duda una película que ya forma parte de las mejores de su autor. Y eso es mucho decir.
Público
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