Director.-
Lluis Homar
Intérpretes.-
Iñigo Arricibita. Xavi Caudevilla. Montse Diez. Cristina García. Ania Hernández. Nora Hernández. Antonio Hernández Fimia. Pascual Laborda. Cristina Marín Miró. Felipe Muñoz. Miriam Queba. María Rasco. Marc Servera.
Compañía Nacional de Teatro Clásico
Recuerdo cuando hace más de treinta años Adolfo Msrsillach
puso en marcha la Compañía Nacional de Teatro Clásico con una versión de El
médico de su honra con un montaje totalmente rupturista para aquellos tiempos
que concitó apoyos y críticas. Creo que sólo cuando su versión de El vergonzoso
en palacio ( aquel fantástico bosque de paraguas ) llenó el Teatro de la
Comedia de público joven, se aceptó de verdad que había otra forma de ver los
clásicos.
Desde entonces han pasado muchas cosas, entre otras cosas,
la CNTC ha creado La Joven como cantera, y ha habido etapas mejores y peores,
pero lo cierto es que la compañía se ha convertido en una referencia teatral de
nuestro país.
Ayer, disfrutando de esta festiva versión de La discreta
enamorada, no podía evitar recordar aquellos inicios e imaginar que habría
ocurrido entonces si Marsillach ( que sin duda habría adorado esta
propuesta) se hubiese atrevido a
tanto. Porque es cierto que lo que nos
ofrece Lluis Homar es una visión absolutamente libre en lo que se refiere a la
escenificación.
Todo comienza minutos antes de que se apaguen las luces.
Actores y operarios ordenan el desorden que nos hemos encontrado en el
escenario, los primeros enfundados en un vestuario barroco que parece una
versión cómic del los atuendos clásicos con influencias del manga. Suena la
música y un número musical coral nos introduce en la batalla. Es importante
señalar que las acotaciones musicales, varias, están perfectamente medidas y,
sobre todo, son magníficas ( algo poco habitual cuando se incorporan como burdo
adorno tantas veces).
A partir de ahí, en ningún momento baja el ritmo ni en
ningún momento se cierra la representación, la troupe no abandona el escenario,
actúe o no, y todos son partícipes de los cambios de escenario que, a través de
pocos elementos, consigue crear entornos perfectos para todas las escenas.
Dos aspectos que considero definitorios de lo que se nos
propone:
Una es su meticulosidad, el detalle con el que está tratado
el movimiento. Para crear sensación de espontaneidad y de anarquía, es
necesario que todo esté muy controlado. Homar lo entiende a la perfección, en
cada rincón del escenario siempre está sucediendo algo.
Pero para mi la más importante es el respeto absoluto al
texto. No hay reducciones, se asume la ingenuidad y la complejidad artificiosa
del enredo. Se acepta la duración de más de dos horas. Es una decisión
coherente pero también valiente.
La experiencia es totalmente gozosa, divertidísima, feliz.
Es la primera vez que La Joven inaugura la temporada y es un acierto absoluto. Estoy
seguro de todos los que están encima del escenario se lo pasan muy bien, y
transmiten al patio de butacas esa alegría contagiosa al tiempo que nos hacen
vibrar con la belleza de la palabra de Lope.
Gracias por una magnífica noche de teatro
Público
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