Ralph Fiennes. Benedict Cumberbatch. Ben Kingsley. Richard Ayoade. Dev Patel. Jarvis Cocker. David Gant.
Descubrí a Roal Dahl gracias a mis hijas, como tantas cosas. Me encontré con un autor de una originalidad sorprendente y una libertad que hoy, en peligrosos tiempos del pensamiento único y lo políticamente correcto, echo de menos. Y también que entendía, sin complejos, a los niños: su descaro, su anarquía, sus ganas de divertirse, su, de nuevo, libertad. En definitiva me encontré con un narrador brillante.
Wes Anderson parece el maridaje perfecto para sus historias. Y tenemos algo que celebrar: falsa alarma: me había decepcionado por su autoplagio en La crónica francesa, y con Asteroid City sólo había levantado el vuelo un poco, fundamentalmente en lo estético. La maravillosa historia de Henry Sugar nos devuelve al autor de Moonrise Kingdon, Isla de Perros o Fantástico Mr Fox ( otro Dahl ).
La historia la inicia el propio Dahl desde una casita de cuento. A partir de ahí, las voces pasan de un personaje a otro en un montaje vertiginoso que parece basarse en la puesta en pie en directo de una obra de teatro. A mi, personalmente, me recordó a esos libros pop up donde en cada página se abren escenarios mágicos.
Es magnífica la creatividad estética. El color, el brillo, las figuras... Vivimos un viaje encantador, divertido, fastuoso y veloz. Una gozada.
Y lo más sorprendente es que el director sólo necesita cuarenta minutos para componer esta pequeña joya.
En definitiva, un regalo donde dos grandes autores se unen para regalarnos un ejercicio de preciosa libertad e invitarnos a no olvidarnos de ser niños.
Público
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