CINE: GODLAND de Hlymur Palmason

 

Dinamarca 2022

Elliott Crosset. Ingvar Egeert Sigurosson. Jakob Lomann. Hilmar Gudjonsson. Victoria Carmen. Ida Mekkin Hynsdottir. Waage Sando. Friorik Frioriksson.

En la primera parte de esta majestuosa película, no puedo dejar de acordarme de Apocalipsis Now, ese viaje que realizamos con Coppola y donde la naturaleza se convertía en pesadilla.

Y digo primera parte, porque Godland cuenta con dos partes claramente diferenciadas, separadas por unas escenas bisagra donde toda la grandeza que hemos contemplado hasta entonces, explota en la brutal belleza de los volcanes.

Dos partes que se dividen en las dos creaciones de Dios: la naturaleza y el ser humano, para mostrarnos, en ambos casos, sus simas de oscuridad nunca exentas de belleza, aunque esta sea aterradora.

La historia que nos cuenta es la de un sacerdote danés que, a finales del siglo XIX, viaja a Islandia para construir una iglesia en una remota localidad. En la soberbia de su juventud y su fe, el joven decidirá un recorrido que cruce ese territorio agreste, enfrentándose a una tierra brutal, prehistórica e inabarcable, incluyendo muchos mundos en uno sólo y devorando a todo aquel que se atreva a adentrarse en este territorio de pesadilla. Esta primera hora es para el espectador una experiencia tan grandiosa como subyugante, posiblemente conteniendo algunas de las imágenes más bellas que nunca hemos visto en una pantalla.

La llegada al poblado, relajará la acción externa, pero no la tensión dramática que ahora se convierte en interior. Igualmente cruel que la naturaleza y moralmente más miserable, el mundo de los hombres no parece más que un remedo mediocre del paisaje que le rodea. Las pasiones que alimentan sus relaciones son el reflejo de las almas oscuras, atizadas por la cobardía y el egoísmo.

Globalmente, la historia me transmite la sensación de entrar en el territorio de un dios cruel, no dispuesto a perdonarnos, sino a demostrarnos su fuerza y recordarnos nuestra debilidad.

Ya había visto otra película de Palmasson, la preciosa y fascinante Un blanco blanco día. Una vez más, su caligrafía está cercana a la creación artística: esos planos estáticos donde sólo cambia el tiempo, la capacidad para mostrar con lentitud minuciosa el desarrollo íntimo de sus personajes y los matices de sus relaciones, mezclados sin fisuras con la intromisión de escenas ajenas a la linealidad narrativa pero que componen un todo tan compacto como fascinante. Y sobre todo, dudo que alguien haya conseguido trasladar con esa contundencia la impactante belleza de ese país.

El hecho de que la historia se base en unas fotografías aparecidas en la isla, al parecer de las más antiguas que se conocen, convierte la imagen más que nunca en consciente protagonista de la propuesta.

Pero además, Godland es una producción fastuosa, poco habitual hoy día más allá de los blockbusters. Su formato cuadrado, nos recuerda el origen del cine, y es ahí donde consigue llevarnos, al origen de nuestra propia afición, para recordarnos aquellos momentos en que lo que aparecía en una gran pantalla era para nosotros una sorpresa capaz de hacernos viajar a otro mundo.

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