Gerardo Trejo Luna. Dolores Heredia. Paloma Petra. Mayra Hermosillo. Juan Daniel García Treviño. Fernando Bonilla. Francisco Barreiro. Mariona Villegas. Raúl Briones. Gabriel Nuncio
No sé si en todas las generaciones la sensación de cambio social sobre la anterior es igual de potente. Yo tengo la sensación de que una de las mejores evoluciones de las últimas décadas es el camino a la igualdad, la democratización de oportunidades como base cultural unánimemente aceptada y defendida (otra cosa es que se aplique con la misma contundencia que se defiende).
Formas de vida que conocíamos se están convirtiendo en vestigios del pasado, en ruinas de una civilización que ocupa ya su lugar en la historia al perder el presente.
El protagonista de esta película, Reynaldo, es un cazador, terrateniente, y patriarca de una familia que no está tan interesada como él en mantener el rancho. Mientras tanto, es consciente de que la vejez se acerca, limitando sus capacidades y además, reciben la amenaza de unos delincuentes armados. Algunos de sus vecinos, incluso su hermano, han decidido abandonar el terreno para mudarse a Monterrey, y en general, la decadencia se respira a su alrededor.
Alejandra Márquez nos cuenta de forma meticulosa los días en que toda la familia y sus empleados, coinciden allí para celebrar el aniversario de ese lugar. Y lo hace con una caligrafía contundente que nos hace permanecer en un estado constante de amenaza, al tiempo que respeta a sus personajes a los que expone con transparencia. Personalmente creo que uno de los valores principales de la cinta es poner lo que se cuenta en contexto: está claro que cuando hablamos de la familia propietaria de la finca y sus amigos, hablamos de machismo y de un clasismo brutal, y sin embargo, la directora consigue que lleguemos a empatizar con ellos.
Ayer se entregaron los Premios Ariel ( premios de cine mejicanos ) y esta película fue la triunfadora. Es una muy buena propuesta pero, además, de alguna manera supone un posicionamiento político, no tanto de rechazo sino, de convertir lo que ya comienza a ser pasado en mitología, con su miseria y su grandeza. Tratar con respeto aquello que debe de desaparecer, no significa plegarse a ello, sino una comprensión necesario por el ser humano y sus circunstancias.
Una película sólida, oscura en su capacidad de mirar a los rincones del alma y muy bien contada. Una experiencia de tensión que concluye con un epílogo tan triste como evocador.
Público
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