Tilda Swinton. Joseph Mydell. Carry Sophia Davies. August Joshi.
El cine de género llevado al extremo, cuenta con unos lugares comunes que hacen fácil su identificación. En este caso, Hogg opta por hacer una traslación absolutamente purista del cine gótico y de terror. El comienzo de La hija eterna, podría perfectamente ser por ejemplo el de Rebeca, Secreto tras la puerta o, más actualmente, Los otros. Una carretera en una noche cubierta de niebla, una mansión envuelta en ruinas, una mujer sola ( en este caso acompañada por su madre ).
Y, desde ese inicio, la directora continua extendiendo los gestos y las aparentes pistas, para contar la enigmática estancia de las dos mujeres en un hotel que, al parecer, supone una referencia de su pasado. Hay un uso muy interesante de la discontinuidad narrativa, así como capacidad para confundirnos sin soltarnos totalmente.
Pero, francamente, el conjunto, que se ve sin problemas, es un constante trampantojo que no sostiene un entramado capaz de tener interés en si mismo, o al menos yo no lo he encontrado.
Sin duda se consigue una textura adecuada, agilidad y sobre todo, una minuciosa interpretación de Tilda Swinton en un personaje doble que es capaz de sostener por si sola toda la narración.
Para mi, por lo tanto, un intento de cuento gótico que se queda en un elegante ejercicio de estilo.
Público
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