TEATRO: EL PROCESO de Franz Kafka

 

Dirección.-

Ernesto Caballero

Intérpretes.-

Carlos Hipólito. Felipe Ansola. Olivia Baglivi. Jorge Basanta. Alberto Jimenez. Paco Ochoa. Ainhoa Santamaria. Juan Carlos Talavera

Me gustan mucho los adjetivos nacidos de autores literarios, algo puede ser borgiano, o kafkiano, trascendiendo en ocasiones la referencia a las obras, pero trasladándonos una idea clara de lo que significa.

Cuando hablamos de algo kafkiano todos pensamos en una confusión incomprensible con algo de absurdo y aterrador y mucho más mental que física. Y con esta definición o alguna parecida, El Proceso se convierte sin duda en una referencia transparente para el objetivo.

Joseph K recibe la visita de varios agentes que, aparte de comerse su desayuno y robar su ropa, vienen a comunicarle que esta acusado, sin decirle de que delito ni cual será la continuación de su proceso. A partir de ahí, nuestro protagonista comenzará a descender en una pesadilla que asume casi sin darse cuenta y que no parece conducir a ningún lugar. 

No creo que haya que buscarle significados a esta angustiosa recreación de la absorción del ser humano por el mundo aparentemente civilizado, sin embargo es apasionante la cantidad de ideas que, como luciérnagas, afloran en la versión de Caballero y que no hacen reflexionar fugazmente sobre si una acusación crea un culpable, si el mal resulta adictivamente atractivo aunque sólo sea nominal, si verdaderamente vivimos..... Que difícil que un texto tan difícil resulte tan ágil. Aquí se consigue.

Pero sobre todo, creo que el gran éxito de esta propuesta está en el hecho teatral. El Proceso que se ha puesto en pie en el CDN es un espectáculo magnífico, meticuloso y rico, plagado de pequeños detalles que impiden que la oscuridad necesaria nos impida ver la luz. Desde la música a la escenografía, desde la iluminación al vestuario, el movimiento de los actores..... todo está medido al milímetro para crear un todo coherente y homogéneo, visualmente apasionante y narrativamente fluido.

Hace poco comentaba, no recuerdo en relación que que, que Carlos Hipólito era tan buen actor que empezaba a ser demasiado eficaz. Pues bien, aquí recuperamos al mejor. Su humanidad recorre la obra de inicio a fin consiguiendo trasladarnos a su lugar y hacernos sentir tan perdidos como K. Grande. Como todos los demás.

Hay una expresión algo viejuna que me gusta utilizar: una gran noche de teatro. Pues eso es lo que es el proceso, teatro con mayúsculas. Magnífico.

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