Polonia 2022
Mateusz Muranski. Isabelle Huppert. Lorenzo Zurzolo. Sandra Drzymalska. Lolita Chammah. Mateusz Kosciukiewicz. Delfina Wilkonska
Siempre he pensado que no todas las películas tienen una
razón de ser más allá de la importante vocación de contar una historia. En la
mayoría de las ocasiones, ese trasfondo es más una reflexión ajena al propio
autor pero que da mucho juego.
Eso me ocurre con respecto a EO. He leído que es un canto a
la inocencia, un recordatorio de que la crueldad del ser humano está muy por
encima de la de los animales, una propuesta ecológica…..
EO es un burrito que trabaja en un circo con una domadora
que es su única familia. A causa de la prohibición legal para que los circos
cuenten con animales, su estilo de vida cambia radicalmente, y su existencia
comienza una aventura en la que vamos a acompañarle.
El relato está cruzado por retazos de personas y sus vidas,
apenas apuntes pero muy precisos, y el conjunto es un pequeño calidoscopio,
siempre desde la mirada de nuestro tierno guía.
Precisamente, uno de los valores de EO es su protagonista.
No sé si un burro puede ser calificado como actor, pero este consigue que lo
adoremos dese su primera mirada, que empaticemos con él, que nos duela su
desconcierto. Un logro, la verdad, cuando en tantas historias hablamos de la dificultad
de vincularnos emocionalmente con los protagonistas, en este caso, estamos
atrapados desde el minuto uno.
También hay que resaltar el cuidado estético. Skolimowski,
desde la sencillez de su narrativa, se esfuerza en ponerla en imágenes haciendo
de la belleza un valor y creando imágenes sorprendentes de mucha potencia. En algunos momentos es casi cine experimental, un ejercicio de estilo. Una
gozada visual.
Volviendo pues al inicio, para mi EO no es ni más ni menos
que un cuento delicado y hermoso, contado en una capa superficial y sencilla (
por eso no terminan de encajarme los emplastes oníricos que, entiendo, se
pretenden identificar con los sueños ).
Me ha gustado mucho y no le pido contenido trascendente. O
quizás sí, porque hay pocas cosas tan trascendentes como la felicidad.
Público
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