Leslie Manville. Lambert Wilson. Isabelle Huppert. Alba Baptista. Lucas Bravo. Jason Isaacs. Rose Williams. Ellen Thomas. Roxane Durán. Fredie Fox. Anna Chancellor
El punto de partida del comentario de cualquier película, creo, es buscar la coherencia con lo que esta pretende ser. En este caso, claramente desde el inicio, el periplo de la Sra Harris se presenta como un cuento feliz, un pastel con bastante azúcar y destinado a regalarnos unas gozosas dos horas dentro de lo improbable de su historia.
La protagonista, viuda de guerra, se gana su solitaria vida como asistenta por horas en varias casas donde su bondad es tan importante como su eficacia. Todo es corriente hasta que se enamora nada menos que de un vestido de Dior y desde entonces su único sueño es volar a París para hacerse con uno similar de esa marca.
Lo sorprendente no sólo es que consiga embarcarse en la aventura, sino que por el camino se convierta en motivo de cambio para la firma e influya frontalmente en la vida de algunas de las personas que se cruzan en su camino.
Bien. Sin complejos. La película parece en principio totalmente fiel a su transparente intención. La mayoría de los personajes responden a la bondad de la Sra Harris con bondad, y los que no lo hacen el principio, pronto lo harán. Todos ellos están interpretados magníficamente y con simpatía por un puñado de actores competentes liderados por una magnífica Leslie Manville. La producción es perfecta, coqueta en todos sus elementos y con un tono pastel divertido y delicado. Y con todo ello, nos ofrece un cuento de hadas tierno y aparentemente transparente que es perfectamente disfrutable si no nos dejamos llevar por la pretensión de la trascendencia.
Sí. Habéis leído bien. He dicho "aparentemente transparente", porque Fabian nos sorprende incluyendo en el camino algunos escollos que alejan la historia de lo esperado. No hay que alarmarse, porque el director es honesto con su público y recuerda que los cuentos de hadas deben de tener un final, cuando menos, aparentemente feliz. Y cumple con ello de una forma encantadora por la que nadie podrá echarle en cara no cumplir las reglas.
Sin embargo hasta llegar a ese punto, ha colmado las preciosas calles de París con toneladas de basura, nos ha hecho testigos de una humillante decepción amorosa para la protagonista y ha puesto un limite social a sus aspiraciones, recordándonos con ello, que esto es un cuento, un precioso cuento, eso sí, pero los cuentos, cuentos son
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