Viicky Luengo. Pol López. Vicente Botella. David Parcet. Josep María Gómez. Nelson Caballero. Llyass El Ouahdani. Joan Carrillo
En 2018, una para mi desconocida Valeria Grisebach estrenó
una película denominada Western que me pareció fascinante. El título hacia
referencia no al género sino a lo masculino de la propuesta, una historia sobre
la difícil convivencia de un grupo de trabajadores temporales en plena
naturaleza.
No pude evitar recordarla mientras ayer me sorprendía Suro.
En este caso también hay trabajadores temporales, aunque la perspectiva está en
el otro lado, y también es una película muy masculina aunque el protagonismo lo
ostente una mujer. Donde hace cinco años existía una situación consolidada,
hoy, y en este entorno, hablamos de una ruptura.
Helena e Iván son una pareja de arquitectos, con ideales,
que han decidido emprender la aventura de mudarse a una casa casi derruida en
un pueblo semiabandonado y reformarla para cambiar su esquema de vida. Ella
acaba de iniciar un embarazo y ambos piensan que ese cambio será muy positivo
para su relación. La principal fuente de ingresos será la recolección del corcho
de la finca y para ello deberán de contar con un capataz acostumbrado a
contratar a ilegales. La situación no será fácil cuando quieren mantenerse los
principios.
El guion de Suro marida con maestría el conflicto exterior y
el interior. La pareja se va deteriorando ante los imprevistos y es
impresionante la delicada meticulosidad con la que se nos cuenta este viaje que
va, desde un baile en pareja sorprendentemente sincronizado, a un baile roto,
histérico y solitario.
El director pone la historia en imágenes con tranquilidad en
el uso de los tiempos pero consiguiendo crear un continuo estado de tensión. La
naturaleza observada con respeto parece en ocasiones una amenaza frente a la
ignorancia de sus nuevos habitantes, que quizás deberían de ser más respetuosos
incluso con la injusticia. Como decía al inicio, la cinta tiene la agresividad
de lo masculino, pero además está cruzada por rupturas e incertidumbres.
Suro es sólida, muy sólida, y con pocos elementos me resulta
apasionante. Tiene mucho que ver las interpretaciones de la pareja
protagonista, una Vicky Luengo a la que estoy dispuesto a venerar desde El
Gólem ( y me lo pone fácil ) y Pol López desconocido para mi hasta ahora, algo
que no volverá a ocurrir.
Definitivamente, lo de 2022 con el cine español no ha sido
normal. Esperemos que no sea un año a recordar sino un año a repetir.
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Público
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