OPERA: IL TRIPTICO de Giacomo Puccini

 


LICEU LIVE

Director de escena.-

Lotte de Beer

Director musical.-

Susanna Malkki

Intérpretes.-

Il Tabarro:

Ambrogio Maestri. Brandon Jovanovich. Lise Davidsen. Pablo García López. Mireia Pinto. Valeriano Lanchas.

Sour Angelica:

Ermonela Jaho. Daniela Barcellona. María Luisa Corbacho. Mireia Pinto. Marta Infante. Mercedes Gancedo. Carolina Fajardo

Gianni Schycchi:

Ambrogio Maestri. Ruth Iniesta. Daniela Barcellona. Ivan Ayton Rivas. Marc Salas. Berna Pernes. Pau Armengol.

Cuando se abre el telón y tenemos la primera visión del decorado en el que van a representarse las tres piezas cortas que componen Il Triptico, es imposible no sorprenderse y esperar lo peor. Nos encontramos con una especie de túnel metálico futurista, de perfiles curvos, al fondo del cual parece brillar una luz. Acostumbrados a los desafueros modernistas a los que en ocasiones se somete a la ópera clásica, tememos lo que puede venir. Y sin embargo, lo digo ya, lo que vamos a ver es una representación magnífica.

No termino de entender lo que pretende transmitir la directora de escena con esa propuesta estética. He leído el dossier que ofrece el teatro y tampoco lo explica. Pero no me importa porque el resultado dramático es redondo.

Vayamos por partes:

En Il Tabarro, con muy pocos elementos, luces y sombras y el humo con el que el río hace la noche aun más inaccesible, el escenario se convierte en un lugar venenoso donde la miseria humana sólo puede terminar en tragedia, empapada por esa música que evoca una tormenta líquida cruzada de cuchillos.

Sour Angélica parece tener lugar en el cielo, donde nos llevan las notas de Pucinni, elevándonos el alma mientras la historia parece transcurrir en el centro de la luz, con una arquitectura de sombras creada desde la coreografía perfecta de la soledad o el rebaño de las hermanas.

Y como tercera parte, separada de las otras dos, llega la fiesta, el color, la alegría  y la trampa, la música alegre y socarrona de Gianni Schicchi y su representación juguetona y brillante, como una carcajada para el corazón dolorido por los dramas anteriores.

Es impresionante la capacidad de Lotte de Beer para crear imágenes, especialmente en las escenas que preludian las primeras representaciones y en el fastuoso final, como si se tratase de cuadros de época. Todo funciona, todo sorprende.

Que función tan exultante, magnífica, gloriosa. Una autentica gozada.

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