Nacho Sánchez. Zoe Stein. Catalina Sopelana. Javier Lago. Patrick Martino. Angela Boix. Alvaro Sanz Rodriguez. Vicenta N'Dongo.
Sé que hubiese disfrutado mucho más de Manticora si hubiese ido a verla sin conocer nada sobre su fondo. Parece que eso hoy día es ya imposible. Tenemos tanta información que cada vez que abrimos un libro o acudimos al cine o a cualquier otro espectáculo, conocemos casi a fondo su argumento.
Y digo esto porque el principal valor para mi de la última propuesta de Carlos Vermut, además de su rigor plástico, es la sutileza con la que se nos cuenta, la medida justa e inteligentemente tacaña de la información que vamos recibiendo y la ausencia absoluta de ningún efectismo ante una temática que se prestaba a derroches de morbo.
El protagonista es un hombre solo, con su vida ordenadamente organizada, que parece mirar al mundo con unos ojos muy grandes que tienen un punto de infantil desvalimiento. Diríamos incluso que es un hombre bueno, y en cualquier caso, sólo pequeños detalles ( acompañados de la tonalidad oscura de toda la cinta ), nos encaminan hacia una parte trasera que no conocemos ( y que nunca se nos llega a exponer de una forma transparente ).
Lo fácil sería pensar que es un monstruo, y sin embargo, el retrato de Vermut no invita a ello, sino que nos hace incluso empatizar con él en su intento por construir una historia de amor aunque sea desde planteamientos erróneos.
El proyecto, estéticamente hermoso, es de una coherencia abrumadora y que huye, como he dicho antes, de lo fácil, casi en un proceso de análisis que parece buscar entender esa fuerza del mal y nos pide que le acompañemos en la investigación.
La interpretación meticulosa y entregada de Nacho Sánchez, hace posible que todo sea verdad, el terror de lo que puede producir y también su terror interno, porque para mi lo más abrumador de Mantícora es concluir descubriendo que estoy sintiendo ternura por el monstruo. No sé si el perverso final es un regalo o un castigo.
Público
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