Mónica Bárbaro. Brian d'Arcy James. Cynthia Mace. Geraldine Singer. Roberte Levey. Madeline Hudelson. Melinda Tanner. Linnea Gregg. Steven Alonte. Mark Zeisler. Gorman Ruggiero. Willian Clay. Candy Dato. Cooper Carrell.
Sigue existiendo: el cine independiente americano parecía una reliquia del pasado, algo que, como en su momento la Nouvelle Vague, sirvió para cambiar la forma de ver y la forma de hacer, para acercarse a un público nuevo y para impulsar una nueva colección de autores. Cuando las películas que compiten en Sundance terminan de ganadoras en los Oscar, ese concepto parecía superado.
Sin embargo, aunque sean más difíciles de encontrar, seguimos encontrando obras que, al margen de lo convencional, son capaces de afrontar riesgos para hacernos salir a buscar lo que nos ofrecen, sin facilidades pero con la seguridad de que merecerá la pena.
La Catedral comienza como si fuese un documental o una crónica, con una voz en off que nos acompañará durante toda la película. De hecho, esta narradora hablará más que ninguno de los personajes. Porque estos tardarán en alcanzar consistencia, al principio sólo figuras sobre las que nos ilustra el guion. Pero poco a poco van creciendo a medida que avanza su historia. ¿ Y cual es esa historia? la de una familia de clase media americana, tal vez un poco vulgares, durante casi dos décadas. Su matrimonio, sus familiares ( entre los que personalmente me monto algún lío ), su hijo, su separación, sus fracasos....
La historia se nos cuenta con dos miradas que se complementan: por un lado, la del director que es una mirada distante, que en ocasiones parece más interesada en los objetos y las naturalezas muertas que en los seres humanos, y decide que el arte debe estar presente en cada fotograma, aunque eso dificulte nuestra percepción. Y esto se combina con la segunda mirada, la que el propio director elige como columna vertebral del proyecto, la del hijo de la pareja protagonista que desde su casi constante silencio va creciendo a medida que avanza la cinta. Es su extrañamiento, junto con la sequedad de la caligrafía, convierte La Catedral en un producto difícil, sí, pero también único y capaz de sorprender desde su aparente sobriedad.
Una última pregunta ¿ cual es la catedral a la que hace mención el título y que sólo se ve fugazmente en un libro ilustrado? pues yo creo que algo tan grande y tan complejo como la vida. Y me siento cómodo decidiendo que es así, porque una de las apuestas de este tipo de historias es que nosotros formemos parte de las mismas, interpretándolas y haciéndolas nuestras.
Público
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