900 páginas
Disponible en ebook
Hay novelas que son como amigos convertidos en libros. Los acogemos, pasamos con ellos algún tiempo y permanecen en el recuerdo. A mi me ocurre fundamentalmente con las novelas grandes, en tamaño, esas en las que conoces a los personajes a un edad determinada para abandonarlos muchos años después, personas diferentes con quienes tienes la sensación de haber vivido. Posiblemente sea porque me devuelven el valor de la lectura como experiencia única en mi infancia, esos viajes maravillosos y en los que nadie podía interrumpir. Comenzar un libro así, todavía me produce una emoción diferente a la de hacerlo con otros de diferente tamaño.
Los Effinger, con más de mil páginas, son un modelo muy muy
claro de este tipo de literatura. Nada menos que una saga en unas
circunstancias históricas muy importantes, conociendo a una serie de personajes
que crecerán, o incluso nacerán, entre sus páginas, y a los que llegaremos a
ver morir.
La familia cuyo apellido da título a la novela, está formada
por comerciantes judíos que, en la Alemania de finales del Siglo XIX entrarán
en contacto con una estirpe de banqueros, también judíos. Durante las
siguientes décadas veremos su conversión en industriales, la tragedia de la
Primera Guerra Mundial, la desolación del periodo de entreguerras y el
advenimiento de Hitler al poder.
La colección de personajes es plural y todos ellos
perfectamente dibujados, creando un rico tapiz cosmopolita que se mueve por
toda Europa. La autora modula a la perfección la textura de lo narrado que pasa
de la delicadeza meticulosa de la primera mitad, a la tromba cabalgada de
elipsis que desde ese momento acelerará tanto la vida de los Effinger como el
mundo que habitan. Y todo ello, sin perder la capacidad de describir un
entorno, física y moralmente, con una paleta llena de colores y una fluidez que
hace muy sencillo avanzar en la lectura.
Sin duda es una novela histórica, perfecto retrato de una
época de cambio, también una novela de seres humanos, hombres y mujeres
arrastrados por la Historia. Y, sobre todo, un buen libro, de esos que nos
acompañan abrigándonos entre sus páginas como un abrazo.
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