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Sala Alcalá 31
Hasta el 15 de enero.
Desconocía a esta pintora, me sorprendo por lo tanto cuando me encuentro esta colección de obras que son una mirada particular, inspirada de forma expresa en la fotografía y, precisamente por ello, capaz de dejar claras las fronteras entre ambas disciplinas.
Si la fotografía es una mirada objetiva, rigurosa y precisa, lo que nos ofrece Avia tiene la capa de un sueño y una textura con algo de tristeza. Encuentro en estos cuadros mucha belleza y una técnica precisa y lúcida, pero no puedo evitar sentir que están empapados de nostalgia, no tanto como si estuviesen hablando del pasado desde la evocación del recuerdo como por la anticipación de lo que desaparecerá en la fugacidad de la vida. Y el vacío. Porque muchos de los exteriores, esas fachadas que son ruinas, ( entre ellas la que sirve de título a la propia exposición, El Japón de Los Ángeles )carecen de aliento y sin embargo, tienen alma, y aquellos pasajes donde habitan figuras, estas aparecen como un elemento más, distanciado de la realidad. También hay vacío en esos interiores decadentes donde es más patente la ausencia de la vida que estuvo.
Imagino a la autora como una mujer capaz de mirar más allá, de entender el paso del tiempo y de ser capaz de plasmarlo en un lienzo, algo que a muchos nos parece casi imposible.
Público
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