NOVELA: LA ALEGRÍA DEL CAPITAN RIBOT de Armando Palacio- Valdés

 

Avizor Ediciones

Colección Clásicos Recuperados

198 páginas.

Casualmente, en una noche en Gijón, el Capitán Ribot rescata a una mujer que se ha caído al agua en el puerto. Gracias a ese accidente conocerá a la hija de la víctima de la que no tardará en enamorarse. A partir de ahí, sus visitas a Valencia, donde ellas viven, le llevarán a conocer a su familia y entrar en un mundo donde existen complejos conflictos bajo la superficie.

Añejo es una palabra que me gusta mucho. Habla de textura, de una forma de entender lo clásico como poseedor de un sabor especial. Un libro así debe de leerse, con distancia, asumiendo un lenguaje que, pudiendo sonar hoy anacrónico, nos envuelve. Con esa condición, estas páginas son una gozada.

Pero la lectura de La alegría del Capitán Ribot no se queda en ningún caso en la experiencia arqueológica, y es que el texto de Palacio Valdés ofrece mucho más de lo que parece a primera vista. Otro de los placeres de estas historias costumbristas es su labor  de crónica, algo así como una narrativa histórica contada en presente, pues bien, dentro de esa labor de cronista, el autor se descubre como alguien riguroso y valiente a la hora de señalar las lacras de esa sociedad, despectiva con la posición de la mujer, injusta en su configuración clasista, apegada al dinero y a las convenciones. Su actitud es sorprendente y ello hace que el retrato de la época sea mucho más amplio de a lo que estamos acostumbrados.

Por todo ello me parecería fácil la comparación del autor, desde esta obra, con otros contemporáneos suyos como Clarín o Galdós. Salvando las distancias, a mi me ha recordado a esas obras de Chejov donde, bajo la cotidianeidad aparecen corrientes internas que, como una segunda capa, crean un subtexto muy rico complementario a la narrativa aparente.

Esta novela inaugura una colección de Avizor Ediciones denominada Clásicos Recuperados. Un empeño tan loable como interesante. Muchas veces he hablado aquí de la necesidad de asomarnos a tantos libros clásicos que hemos dejado sin leer. Está iniciativa ampliará esa oportunidad a obras que, en otro caso, tendrían pocas posibilidades de resurrección. Un aplauso por lo tanto, y a esperar futuras entregas.

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