CINE: PACIFICTION de Albert Serra

 

Francia/ España/ Alemania/ Portugal 2022

Benoit Maginel. Sergi López. Lluis Serrat. Pahda Nahagafanau. Marc Susini

De Roller es el Alto Comisionado de la República de Francia en Tahiti. Personaje peculiar, manipulador y cínico, consigue en apariencia mantener el equilibrio entre nativos y forasteros. Hasta que los rumores de que se van a retomar las pruebas nucleares que en el año 95 tuvieron lugar en ese paisaje, y la llegada de algunos extraños personajes, comienza a trazar una situación más compleja. 

Llorenc Villalonga escribió en Bearn, "No hay más paraísos que los perdidos". De ello nos habla esta densa historia que se mueve continuamente entre la luz y la oscuridad.

La isla, parte de la Polinesia Francesa, es sin duda un paisaje de sueño, con una naturaleza tan brutal como inimaginable, rodeado de un mar inmenso y brillantemente azul y de unos cielos que regalan fuego en todos los atardeceres.

También es un aparente paraíso para el placer, para la libertad sexual vergonzosamente sostenida en un esquema económico de humillación y poder.

Lo primero, el paisaje, sí es el paraíso. Lo segundo, sólo un vulgar remedo, una caricatura cruel, sórdida y absurda. Creada por los hombres, mientras que la naturaleza esta mucho más allá de las posibilidades creativas de cualquier ser humano. La lucha entre ambos podría ser el núcleo de este relato, pero lamentablemente, los hombres son más poderosos y tienen menos escrúpulos.

En ese escenario, De Roller se mueve como un diosecillo pagano, no consciente de sus limitaciones y de lo reducido de su influencia. Tarda en comprender que los nuevos habitantes son mucho más poderosos, ellos casi demonios. Y sólo al final, en la noche de luces violáceas en la discoteca, cuando ha transformado su eterno traje blanco por uno negro en su propio luto,  se da cuenta de lo patético de su posición.

Albert Serra nunca es convencional, tal vez está sea su película más narrativa y nos la cuenta envolviéndola en toda la belleza del entorno, con escenas y planos inolvidables, pero también con la atmósfera de un sueño, nunca totalmente transparente e incluso haciéndonos dudar de si alguno de los sucesos que vemos en pantalla están sucediendo en realidad. Sus casi tres horas transcurren con una lentitud contemplativa y sin embargo pasan sin que nos demos cuenta. Es una obra completa y compleja, singular y grande. Sin duda una película que permanecerá mucho mucho tiempo en  mi memoria, con todo su brillo y con toda su oscuridad.

Público 

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