Omar Admi. Yasmin Warsame. Kadar Abdoul. Samaleh Ali Obsieh. Hamdi Amhed Omar
Una de las cosas que consigue la magia del cine es llevarnos
a lugares que posiblemente nunca vayamos a conocer. En este caso, Somalia, un
país africano con tasas muy elevadas de pobreza. En La mujer del enterrador, además,
conoceremos otra forma de existir, la lucha por la supervivencia y la dignidad
que tienen que afrontar muchos seres humanos en el planeta y que para muchos de
nosotros es algo lejano.
La historia es cotidiana y pequeña. Un hombre que se gana la
vida haciendo todo tipo de trabajos, entre ellos, enterrar cadáveres, su mujer
enferma y hermosa, y su único hijo, un niño que deberá enfrentarse muy pronto a
las responsabilidades de la madurez. La odisea será conseguir el dinero
necesario para que la madre pueda someterse a la operación que le salvará la
vida.
La película se conforma como un cuento alrededor del amor y
la familia, con multitud de pequeñas anécdotas que dibujan un paisaje plural.
Que nadie espere la artesanía de una cinematografía poco desarrollada. La cinta
es muy sofisticada visualmente consiguiendo una belleza formal delicada en los
protagonistas, así como transmitir la grandeza del entorno sin caer en la
postal.
Pero para mi, el principal valor de La mujer del enterrador
es la cercanía. Porque la historia de amor es de un precioso romanticismo que a
todos nos causa admiración, los conflictos padre hijo son reconocibles y las
chanzas y vivencias entre amigos, podrían tener lugar en cualquier lugar de
cualquiera de nuestras ciudades. Al final la lección es que la lejanía es una cuestión
de perspectiva. Todos tenemos los mismos sueños, los mismos miedos, las mismas
necesidades… Sólo que ellos han tenido mucha peor suerte.
Vivamos agradecidos como nos muestra esta hermosa película.
Público
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