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Anya Taylor Joy. Thomasin McKenzie. Matt Smith. Diana Rigg. Terence Stamp. Margaret Nolan. Sam Caflin. Michael Ajao. Oliver Phelps.
La película comienza cuando Elsie, que vive con su abuela en una casita campestre en el condado de Dorcester ( creo recordar ) recibe la confirmación de que ha sido admitida en la escuela de moda de Londres. En pocos minutos sabremos que ese mismo sueño lo tuvo su madre, a quien nuestra protagonista ve de vez en cuando, pero en ese caso, el sueño terminó en tragedia. La capital inglesa aparece como un horizonte lleno de oportunidades, en apariencia mucho más lejos de lo que significa la distancia física. De todos modos, al llegar a la tierra prometida, no todo será como esperaba.
Hasta aquí, parece que nos vamos a encontrar con un historia de crecimiento y aprendizaje, el descubrimiento de una gran ciudad y la realidad de los sueños. Todo ello con una vertiente ligeramente mágica.
Pero pronto todo muta. Y la atracción de Elsie por los años sesenta, la impulsa a una historia temporal, un cruce de épocas que parece nacer en los sueños y que poco a poco, y partiendo de la luz de un fogonazo, va tiñéndose de oscuro hasta convertirse en un thriller cruel. Y aun quedará espacio para nuevas sorpresas.
Este es uno de los principales valores que convierten Última noche en el Soho en una propuesta especial, su capacidad para navegar entre diferentes géneros, desde modelos más convencionales hasta nada menos que el terror, y conseguir que todo transcurra con absoluta fluidez sin que en ningún momento se noten las costuras. Así, la propuesta podría ser la de un Hitchcock colorista o la de un Dario Argento sofisticado. Y siempre, un homenaje a una ciudad que era el cielo y el infierno, pero siempre con mucho que ofrecer y a unos años donde posiblemente todos eran un poco más inocentes. El conjunto, de la narración, es sobre todo impredecible y, el paso siguiente, inesperado, nunca decepciona.
De Edgard Wright sólo conocía Baby Driver, un divertimento muy valioso. Aquí repite esa caligrafía brillante, luminosa incluso en la oscuridad, adrenalínica, pero además la propia exigencia de la historia se resuelve con un continuo juego de espejos tan preciso como original. Visualmente, la cinta es hipnótica, fascinante, a la altura de lo que cuenta. Definitivamente es un director con personalidad y muy buena técnica.
Última noche en el Soho es totalmente recomendable. Atrapa visualmente y atrapa la historia. Una muestra de que, con materiales de siempre, aun hay mucho espacio para la sorpresa.
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Público
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