CINE: MALMKROG de Cristi Puiu

 

Rumania 2020

Agathe Bosch. Ugo Broussot. Marina Palli. Diana Salkalauskalté. Frederick Schultz- Richard. Istvan Teglas

Hay muchas formas de contar una época, de hacer cine histórico. Una de ellas es el retrato fiel de la vida cotidiana. Esa es la esencia de la radical propuesta de Puiu. Durante más de tres horas, asistimos a las conversaciones que cinco personajes, rodeados de sus criados, mantienen durante dos días de Navidad en una gran casa de campo en Transilvania. 

El director nos muestra y nos invita a escuchar, pero sin facilitarnos ninguna información. De hecho, en ningún momento llegamos a tener clara la relación entre los presentes ( el hecho de que en los textos de presentación sí se explicite, me parece una trampa. Malmkrog puede ser cualquier cosa menos obvia ). Tampoco es fácil seguir las disgresiones filosóficas de las charlas, que van, desde la existencia del bien y del mal o la bondad y necesidad de la guerra, a la definición y conciencia de ser europeos. Da igual. Los escucho como una sinfonía mientras disfruto de todo el conjunto.

Porque lo que convierte esta película en apasionante es sin duda la puesta en escena.

Como demostró en Sieranevada ( igual de radical y de lograda que esta), Puiu es un maestro en la gestión de espacios. En este caso podemos hablar de dos niveles. Por un lado están los escenarios ( la cinta es totalmente interior salvo en dos o tres mínimos apuntes ). Ahí se mueven los personajes con la teatralidad de una composición pictórica donde, en muchas ocasiones, vislumbramos la delicadeza y la melancolía de las pinturas de Hommersoi. Lo relevante es que estas se complementan a menudo con una dimensión externa al cuadro, a la espalda o a través de puertas laterales, donde no cesa la actividad de los criados. Es un juego tan elegante como fluido que personalmente podría estar contemplando durante horas como quien disfruta de una obra de arte en movimiento.

El otro nivel de la puesta en escena está en los rostros, los gestos de los cinco protagonistas. Plagados de matices y captados minuciosamente al mínimo detalle por la cámara, nos ofrece una aventura compleja y, posiblemente navegando entre la frivolidad y el tedio, de las relaciones entre ellos. 

Con todo esto, este ejercicio tan exigente como enriquecedor, el director nos deja, en forma de díptico que se dobla en su punto medio, un retrato de la burguesía de su país a finales del siglo XIX, de su inutilidad que huele a ocaso, de la comprensión de su desaparición y la necesidad de que sean reemplazados para que el mundo pueda seguir avanzando.

Ordenada en seis capítulos con nombre propio, cuya razón de ser es, a mi entender, proporcionar cierto descanso en el largo recorrido, Malmkrog es una obra grande del cine europeo que contribuye a explicar y a entender Europa. Sin duda, ya lo he dicho, cine exigente, pero en el que, una vez que entramos, no es difícil moverse. Una de esas veces en que el esfuerzo merece la pena y en la que, para apasionarnos, sólo hace falta talento, riesgo e inteligencia.

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