NOVELA: LOS SILENCIOS DE HUGO de Inma Chacón

Contraluz Editorial- Grupo Anaya

370 páginas

Que difícil resulta en ocasiones hablar de una novela recién leída cuando esta nos ha tocado dentro. Quizás fuese mejor esperar, reposarla, pero tengo la sensación de que perderían intensidad algunas de las sensaciones que me ha transmitido, y es precisamente eso lo que quiero contar.

Porque contar lo demás es fácil: que Los silencios de Hugo es una novela que en unas décadas podrá leerse como histórica porque nos cuenta lo que supusieron los primeros años de una enfermedad terrible, no sólo por sus consecuencias, sino, principalmente por su estigma. Además la sitúa en su entorno con suficientes referencias para mostrarnos, algo que personalmente no había percibido hasta ahora, que esa lacra llegó directamente sobre una generación que había vivido el final de una dictadura y había comenzado a disfrutar de una libertad diferente; a ellos, que habían propugnado una felicidad sin cortapisas, los empapó de miedo. Muchos contarán, sin duda, que la novela está muy bien escrita, en un tono capaz de transmitir lo concreto con la serenidad que permite detenerse en el detalle, de dar la sensación de que está contada desde dentro sin olvidar la importancia de dotar a sus personajes de una vida completa.

Pero para mi, lo importante es lo que me hace sentir durante cada uno de sus cortos capítulos. 

No lo puedo evitar, en primera instancia la historia de Hugo y Olalla me produce impotencia. Percibo también, por supuesto, el relato del amor fraternal y otros amores que orbitan a su alrededor, pero precisamente por ello, me cuesta aceptar lo que la vida les ha preparado. Sí, pienso en la injusticia, en lo injusto de que no existan segundas oportunidades siempre y podamos dar marcha atrás y corregir los errores. En que no hay derecho a que te toque, .... Sí. Llego a sentir rabia. 

Pero también percibo el silencio, y lo entiendo, ese silencio en que intentamos proteger a los demás, al tiempo que pagamos el precio por poder convertirnos en la causa de su tristeza. No sé si será bueno o malo, decidir por los demás, pero entiendo tanto a Hugo ..... Y pienso en los silencios, en todos los que hay, convencido de que no hay decisiones perfectas, que en casos como este, las decisiones sólo pueden dividirse en generosas o egoístas, según donde pongamos el peso al tomarlas.

Creo, que como en las buenas historias, de lo que nos habla Inma Chacón es de lo complejos que somos los seres humanos, de lo imprevisible que es la vida, de la necesidad de vivir y de entender la felicidad como un lugar donde algunas veces deberá de existir un rincón para la tristeza. 

En muchas ocasiones durante la lectura, recordaba, no sé porqué, el poema de Gil de Biedma "Que la vida iba en serio...", pero agradeciendo al final a la autora, que tiñese de esperanza el pesimismo del poeta.

Pulse AQUÍ para adquirir esta novela

Público


 

Comentarios