Madrid 2021
Show gastronómico y musical.
No sé muy bien como empezar esta entrada. De hecho, no os
engaño, tuve dudas de si este tipo de espectáculo tendrías cabida en este blog.
Se llama autocensura. Cuantas veces nos pasamos de puristas cuando es algo que
me causa un rechazo de partida. La cultura deberá de ser siempre sinónimo e
mestizaje, de experimentación, de libertad.
Tras esta introducción ( autojustificativa, lo sé ), vamos a
contar lo que es WAH.
El evento se presenta como una experiencia inmersiva o algo
así, y yo que soy dado a intentar llegar siempre a lo que quieren decir las
palabras, ya me prevengo, que difícil es a veces interpretar ciertos eslogans.
Pero bueno, se habla de dos partes diferenciadas, por un lado, un área
gastronómica y por otro el espectáculo propiamente dicho. Todo ello alrededor
de una idea que no nos resulta desconocida: la música ha sido prohibida en el
planeta, y sólo en este reducto, WAH, ha sobrevivido.
Entramos pues.
Y lo primero que nos encontramos es en una especie de
village, compuesto por espacios que, alternativamente, nos ofrece varios puntos
de alimentación y bebidas, tematizados por zonas geográficas. Un montaje
atractivo, brillante y variado, animado por actores que en ningún caso resultan
intrusivos. La parte uno es más que correcta.
Pero lo bueno está por llegar. Parte dos, al
espectáculo. Una vez acomodados en unas gradas que ofrecen un excelente visión
desde cualquier punto, comienza todo, con una batería, a la que se incorpora
pronto un cello, luego una trompeta, un saxo, una guitarra…. Y desde ese
momento hasta que termina el show, tenemos la sensación de entrar en una
espiral donde un grupo de músicos y cantantes nos llevarán volando por diferentes
estilos que van desde el rock a la ópera o el flamenco. No hay fisuras, todo
parece enlazado a través de un sonido fuerte y contundente, pero, sobre todo, a
través de lo que sin duda, es lo mejor del espectáculo: la creación visual que
envuelve el espectáculo es grandiosa, potente, de lo mejor que yo he visto en
un escenario, la iluminación es mágica.
Empiezo a pensar entonces en lo de experiencia inmersiva, a
ver si al final va a resultar que tenía su significado. Es cierto que el
espectáculo es al final un concierto excesivo, ruidoso y, posiblemente gracias
a eso, consiga que nos sintamos dentro desde el primer momento ( así como el
hecho de que la mayoría de las canciones sean reconocibles ). No tiene realmente un desarrollo narrativo como tal, ni falta que le hace. Y, cuando, te das
cuenta, estás en pie, como muchos otros, compartiendo la música y dejándote
apabullar por las fantásticas imágenes.
WAH merece mucho la pena. De acuerdo que puede gustar o no,
como todo, pero es difícil que
decepcione. Cada espectáculo debe de valorarse en función de lo que ofrece, y
este ofrece dos horas de diversión y sorpresa, de secuestro de los sentidos de
la vista y el oído. Difícil salir sin la adrenalina a tope. Y, además, en
momentos como los que nos ha tocado vivir, que bueno es volver a sentir la
libertad.
Vale, experiencia inmersiva. Lo que sí vi, es un verdadero
entusiasmo en el público, y eso siempre, siempre, merece un gran aplauso.
Una nota final: creo que falta algo, y es, en la comunicación del evento, información sobre el elenco y el equipo. Quienes hacen posible WAH merecen que se les conozca.
Público
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