CINE: HEIMAT IS A SPACE ON TIME de Thomas Heise

Alemania 2019

Documental.

Disponible en Filmin

Antes de entrar a comentar esta película, creo justo contar como la he visto. No ha sido en un cine sino en casa, y dividido en varios días. Mi percepción final de la propuesta roza la fascinación. Sin embargo, soy consciente de que este visionado, evita el posible cansancio que podrían suponer casi cuatro horas de imágenes, algunas casi estáticas, como fondo de una voz única, al parecer la del propio director, que va recitando fragmentos de cartas y diarios.

En primer lugar, no me parece correcto decir que es una propuesta de riesgo. El director no se molesta en apostar, es consciente de lo que ha construido. Yo diría más bien que es una propuesta singular y contundente. Lo que nos ofrece convierte el hecho cinematográfico en un hecho artístico radical, sin límites, pero respetando el hecho narrativo.

Porque, si bien ubicamos su género en el documental, lo cierto es que la base de la película es contar una historia o más bien varias historias. La única diferencia en ese sentido, es que utiliza material real.

Heimat is a space om time hace un recorrido íntimo por los últimos cien años desde la historia de Alemania, desde el triunfo nazi hasta la caída del Muro de Berlín. Por decirlo de otro modo, desde una mujer judía cuya familia terminará en un campo de concentración hasta un skinhead que se considera uno de los principales defensores del país.

Para conseguirlo, Heise opta por crear una experiencia sensorial que se conforma de tres elementos. 

Por un lado, el conjunto de imágenes en blanco y negro, a menudo vacías, con movimientos lentos y delicados, también de fotografías y documentos, siempre evocadoras y de una belleza extraña, caminos bajo la nieve, la lluvia al caer, paseos entre ruinas y trenes, muchos trenes que parecen cruzar el país sin rumbo de una punta a otra, incluso en un tren abandonaremos la cinta. 

En segundo lugar está el sonido, y en el sonido, está también el silencio, un sonido que no siempre se corresponde con las imágenes y que, en muchas ocasiones, amplían el volumen de lo que vemos con un fuera de campo. 

Y lo tercero, las palabras. A través de cartas, fragmentos de diario y testimonios, reconstruye las vidas de diferentes personajes que han habitado esos lugares, hombres y mujeres alienados por la dictadura nazi, desaparecidos, comunistas convencidos, familias separadas en las dos partes de Berlín, al parecer, esas personas componen el árbol genealógico del director, lo cierto es que en ocasiones me cuesta enlazar los parentescos y enlazar todas las relaciones,  pero no importa, queda la verdad de unas almas ensimismadas en si mismas, en un dolor que no entienden compuesto de miedo, de incomprensión, de desengaño, la intimidad desnuda de quienes se encontraron en la encrucijada de un mundo que les superaba y que verdaderamente nunca contó con ellos. Además en ocasiones en que me siento perdido, las palabras forman un nivel más del sonido para componer el nivel artístico de la propuesta.

La experiencia es completa pero exige entrega, A veces, al conocer la historia, echamos de menos otro nivel, esa capa donde debajo de los acontecimientos, existen las personas y tengan voz para contarnos la verdad, sus sentimientos, sus dudas. Esa es la profundidad que nos ofrecen estas cuatro horas, y es también un ejercicio personal de alguien que busca entender a uno de los países más potentes y más complejos de Europa, cuyo pasado posiblemente le siga haciendo daño.

A veces el cine es tan claramente arte y pensamiento. Un ejercicio intenso, pero gratificante

Público

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