420 páginas
Disponible en ebook.
Aunque preferentemente leo novela, me gusta siempre contar con una lectura reflexiva y tranquila en la que descansar de vez en cuando y de la que aprender. Busco libros a los que pueda acercarme de forma intermitente y que me ayuden a detenerme, a convertir el tiempo en un remanso en lugar de en una carrera.
Así descubrí la poesía de Anne Carson y de Louise Glucks ( que sigue estando tan mal editada en nuestro país). Y así descubrí también a Pablo d'Ors con su Biografía de la luz.
Como reconocía el autor en el prólogo de esta, es de esperar que cualquier escritor/ sacerdote, termine escribiendo un libro sobre Cristo. Pero ese tratado sobre la luz era algo más, un acompañamiento de los evangelios como guía en la iluminación, en la búsqueda no tanto de un camino sino de la interpretación de la vida.
El estupor y la maravilla se presentaba como la enseñanza para buscar lo maravilloso en el entorno de la cotidiano. Creo que una mirada que nos ayude a valorar el milagro de una existencia aparentemente banal, sería para muchos, el elixir de la felicidad. Y con esa perspectiva me lancé a la lectura.
Tengo que reconocer que, inicialmente, me vi sorprendido por lo que me encontré: no era esto un libro tan reflexivo, aparentemente, como el anterior, sino una novela. Contaba las memorias de un vigilante de museo en su etapa profesional, estructurado a través de las diferentes salas en las que había tenido que realizar su oficio.
El personaje es curioso, con una mezcla de ingenuidad y testarudez, chaplinesco casi en sus comportamientos y en sus deducciones. La narrativa es meticulosa hasta el extremo y al principio incluso asusta cuando nos damos cuenta de cuales van a ser los temas con los que pretende llenar las páginas en cada capítulo. Y es que d'Ors nos habla , y desarrolla al detalle, asuntos tan aparentemente ajenos a la emoción como las arrugas de un pantalón, la normativa de los vigilantes, las sombras sobre las pinturas, la elucubración sobre las conversaciones de los visitantes..... Hay momentos en que nos sentimos rozando el absurdo.
Posiblemente, El estupor y la maravilla requiere una lectura sosegada como la mía hasta ir atrapándose, sin darse cuenta, en su solidez. Porque poco a poco, nos vamos enganchando en esta historia que hace de lo más cotidiano, de lo más aparentemente banal, una apasionante aventura.
No es un experimento, no es un juego. Cuando estamos ya dentro, tenemos que reconocer la obra como una novela de alto riesgo, firme propósito e indudable calidad literaria. Un viaje de papel, importante y cálido. Tan humano como racional. Posiblemente uno de los más claros exponentes de la palabra escrita como forma de cambiar nuestra percepción del mundo.
Y todo ello, acompañado de muchas lecciones, de la sabiduría sencilla, humilde y hermosa de valorar la respiración de cada día, los pequeños detalles y nuestra capacidad para decidir como queremos encarar la felicidad.
No sé lo que he aprendido, pero sí que quiero aprender. Que espero ser capaz, habiendo intentado comprender la iluminación como algo tangible gracias a la Biografía, de percibirla ahora en cada minuto que la vida me regala para vivirla.
El tiempo dirá. Por el momento queda el deseo, algo más de lucidez y el gozo de haber disfrutado de estas hermosas páginas.
Público
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