NOVELA: CATEDRALES de Claudia Piñeiro

 

Alfaguara 

336 páginas

Disponible en ebook.

Como ya he hecho alguna vez, reitero que lo que aquí cuento es simplemente mi opinión de lector voraz que no pretende convertir dicha opinión en excatedra. Y lo digo porque Catedrales de Claudia Piñeiro, ha recibido varios premios, entre otros, el prestigioso Dahiell Hammet de novela negra. Y sí, no hace falta ser adivino con esta introducción para saber que, personalmente, me ha parecido una obra floja y cuya adscripción al género es muy tangencial.

La historia parte de una muerte sin resolver, seguida de un descuartizamiento e incendio del cadáver. La víctima, una niña de 17 años, la hija menor de una familia que ha quedado marcada por ese suceso como una cicatriz sin cerrar que afectará a todos sus miembros.

Treinta años después, vamos a conocer la verdad a través de cinco monólogos. Cada uno irá arrojando luz sobre lo ocurrido al tiempo que nos cuenta lo ocurrido desde entonces. 

Aquí comienza el primer problema: no hay suficiente relación entre ellos para que no tengamos la sensación de que vamos perdiendo a los personajes, o mejor dicho, estos pierden profundidad una vez que se quedan sin voz. Además la historia no ocurre: se cuenta. Hay hechos terribles, sí, pero no hieren, y podría ahondarse mucho más, por ejemplo, en la ambiguedad del perfil de la víctima, otorgándole al relato una dimensión más compleja en cuanto a los involucrados. De hecho dos de los narradores, Mateo y Elmer tienen una trascendencia muy cuestionable que se infla con asuntos colaterales.

Pero lo peor para mi es la absoluta previsibilidad de la trama. Puede incorporarse mayor o menor detalle, pero es difícil no tener pronto una idea bastante exacta de lo que ocurrió.

Podría pensarse en Catedrales como una crítica a la religión establecida y a su peso en los países de Latinoamérica, pero le falta densidad para ello, se queda sólo en la superficie. 

De Claudia Piñeiro conocía Las viudas del jueves, una obra que sí era capaz de una visión tan dura como certera de la alta sociedad de su país, las burbujas sociales que se conformaban como paraísos tan falsos como excluyentes. Creo por lo tanto, que habría sido capaz de hacer mucho más con el material que ahora nos ocupa y en el que, personalmente, sólo he encontrado destellos de aquella escritora que, entonces, sí me atrapó.

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