Documental.
Siempre he amado los libros. Entrar en una librería y poder pasar horas recorriendo sus estantes es para mi lo más parecido a una excursión al paraíso. También es cierto que, posiblemente debido a una formación exigente frente al despilfarro, los libros son para mi objeto de lectura obligatoria ( siempre me ha costado abandonar uno a la mitad y no creo haberlo hecho más de tres o cuatro veces en mi vida), con lo que no tengo la pasión del coleccionista.
En fin, adoro que me cuenten historias, entrar en ellas, y aunque hace unos años, mi versión más práctica me haya llevado al formato electrónico, sigo percibiendo la magia del papel.
Los libros son para mi objetos de nostalgia de esa infancia donde todo estaba por descubrir, y muchas de las respuestas estaban en sus páginas.
Esta introducción sin duda me convierte en público objetivo para The Booksellers, y me niego a escribir la traducción española del título porque creo que es uno de los grandes errores de la propuesta, libreros es limitativo en su acepción española aunque puede aceptarse como traducción correcta, pero no se que sentido tiene la referencia geográfica. Lo que nos pretende contar D.W.Young pretende ser universal.
Vale, y ahora vamos a mi valoración. Como decía al principio, esperaba mucho de esta película. Es cierto que me introduce en aspectos novedosos como el de el libro como objeto y su vertiente de antiguedad. Es apasionante escuchar como algunos de los entrevistados conviven con sus colecciones, su determinación, el punto evocador de su oficio dentro de lo que es a fin de cuentas un negocio ( la cinta comienza y termina en una feria comercial ). Son personajes que tienen mucho de fascinantes en su vertiente de aventureros....
Y sin embargo, hay muchos momentos en que no termino de tener claro cual es el objetivo de la pieza, hacia donde va. Percibo cierta acumulación, de material sin duda útil pero que incluso se sale por los bordes para tocar otros temas como el coleccionismo.
Hay mucha magia en esta hora y media, pero creo que no está correctamente embotellada, que le falta estructura o que no ha sido capaz de prescindir de mucho material que confunde la definición del objetivo. De todas maneras, es territorio amado, y cada uno de los fotogramas en esos maravillosos lugares llenos de historias, acompañados de estos gladiadores, es como un sueño, una aventura de mente y corazón, un viaje con destinos ilimitados.
Público
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