TEATRO: LA FUNCIÓN QUE SALE MAL de Henry Lewis, Jonathan Sayer y Henry Shields

 

Director.- 

Sean Turner

Intérpretes.-

Héctor Carballo. Manuel de Andrés. Agustín Oton. David Ávila. Carla Postigo. Paula García Lara. Fael García. 

Que buena noticia ver hoy día un teatro lleno. Y que alegría escuchar a ese público reírse a carcajadas. La función que sale mal, un éxito teatral internacional, se estrenó antes de la pandemia, y fue de los proyectos que tuvo que pararse en seco con el confinamiento. Pero que bien nos viene ahora, que medicina tan excelente para ayudarnos a sobrellevar estos tiempos tan extraños.

Lo primero es aclarar que La función que sale mal, es una farsa. Ni más ni menos. Una obra con el único objetivo de divertir, desde el inicio, y apelando a nuestro instinto más primario, ese que nos lleva a carcajearnos ante el resbalón con la monda de plátano. 

La obra pone en pie una representación teatral policiaca por parte de una compañía de aficionados y, tras un hilarante discurso de presentación, comienzan a sucederse gags de todo tipo, sin miedo a la acumulación.

No todo es simple, junto con gags chaplinescos más fáciles pero muy efectivos, hay otros más elaborados como la guerra entre las divas, el diálogo desencajado o aquel en el que tres actores entran en bucle.  No está lejos del clásico Noisses off, aunque aquí se prescinde de la ligera trama humana de aquella. Farsa vs comedia.

Para que todo funcione, hace falta un conjunto de actores, haciendo de acores, capaz de entregarse al exceso. Los siete que componen este reparto, funcionan como un reloj, consigan interactuar con el público  y, lo más importante, consiguen trasladar la sensación de que se están divirtiendo tanto como nosotros.  Destacar a David Ávila posiblemente sea injusto.

Cuesta un poco entrar al principio, por ese rechazo con el que nuestro yo maduro recibe a nuestro yo infantil. Ese humor físico muchas veces, casi de cine mudo o de clown, ya nos parece un poco ridículo y nos cuesta reconocer que nos divierte, pero cuando bajamos las barreras, es una gozada. Que bueno, poder reírse sin complejos de tanta tontería y reconocer que es un muy buen espectáculo, de calidad, profesional, y que encima piensa en nosotros.

Bendita risa. No olvidemos nunca que el humor es un signo de inteligencia.

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