RELATOS/ MEMORIAS: EL HUERTO DE EMERSON de Luis Landero

Tusquets

240 páginas

Disponible en ebook

Desde que Landero apareció en el panorama literario con Juegos de a edad tardía, ha ido componiendo una colección de novelas con el aroma de los clásicos españoles y la capacidad, que también tenía Cervantes, de convertir en pequeños héroes a personajes cotidianos que habitan ciudades muy españolas y un poco añejas.

Es un narrador en el mejor sentido de la palabra, un contador de historias, heredero de los primeros cuentacuentos, de los juglares y aquellos que con sus relatos entretenían alrededor de una hoguera. 

No es la primera vez que comparte con el lector parta de su intimidad. Lo hizo ya en El balcón de invierno donde dibujaba sus primeros años en Madrid con su familia. De hecho pensaba que El huerto de Emerson era algo así como la continuación. No lo es y, sin embargo, no hay nada parecido a decepción.

En el primer capítulo, Landero ya nos anuncia su voluntad de comenzar en este caso el camino sin brújula ni intenciones. Ha decidido dejarse llevar por la mente y la pluma, pero sin forzar demasiado a ninguna de las dos.

Así, aparecen recuerdos, algunos en forma de cuentos o casi leyendas, otros como meditaciones, lecciones compartidas que daba a sus alumnos, llenas de la sabiduría y de generosidad. 

El contenido es precioso, pero no hay que olvidar la prosa del autor. Muchas veces, y es un pecado que también yo he cometido, se habla de prosa poética, como si la prosa necesitase ser otra cosa para tener valor. La prosa de Landero es prosa, una prosa hermosa, fluida, donde las palabras son capaces de crear imágenes, dotarlas de color y de sentimiento. Elevar la narración con la belleza.

No sé como explicarlo, pero con este maravilloso libro, que disfruto casi como un regalo, tengo la sensación de refugio en invierno, de reunión de aldea, de entrañable amistad. Y también, como no, de lectura insomne bajo las sábanas, de cuando había todavía ingenuidad para convertir los libros en aventuras. Recuperar eso, ser de nuevo alguien capaz de sorprenderse y de saber que el viaje a través de historias escritas por otros puede ser infinito, es uno de los principales valores de obras como esta, porque también su autor ha hecho esos viajes, y ha tenido a bien compartirlos.

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