NOVELA: LA GATA Y EL GENERAL de Nico Haratischwili

 

Alfaguara

640 páginas

Disponible en ebook.

Hace unos años, todos los que nos atrevimos con las más de mil páginas de La octava vida, nos quedamos atrapados por esta saga familiar de una familia, que recorría la historia de Georgia, con la implicación en los movimientos que han sacudido la  historia de la Europa del Este en el último siglo hasta nuestros días. Era una propuesta tan bestial como conseguida que por momentos me hacía recordar a Cien años de soledad.

La gata y el general comienza con un prólogo situado en 1994 en un pueblo de la República de Chechenia y que concluirá la noche en que se declara la guerra con Rusia.

A partir de ahí, la historia se desarrolla desde un punto de partida, no lejano a la película Vértigo. Un millonario ruso encuentra a una joven actriz idéntica físicamente a una mujer de su pasado. Esto le llevará a idear un complejo ajuste de cuentas en el que involucrará a tres antiguos mandos del ejército ruso, un periodista alemán, y el recuerdo de su única hija, fallecida poco antes.

De todas maneras, este artefacto narrativo, aunque desarrollado hasta el final, es sólo una excusa pata poder habitar a cada uno de los personajes, la historia que esconden de forma singular y la historia compartida, algo que va extendiendo la novela hacia los lados. Porque el objetivo es, una vez más, ser cronista de esa larga extensión de Europa que, una vez salida del abrazo protector y cruel de la Madre Rusia, se convirtió en un espacio confuso de decepciones y guerras. También está interesada su autora ( no me tomaré el trabajo de repetir su apellido ) en contarnos el nacimiento y la subida a la cumbre de los nuevos zares, esa nueva clase aristocrática rusa creada alrededor del dinero, un dinero tan ostentoso como pornográfico en su volumen. En definitiva, un dibujo de las ruinas de un imperio podrido y la incertidumbre sobre cual es el camino con el que debería afrontarse del futuro.

Desde el punto de vista moral, todo gira alrededor de la culpa y la responsabilidad, de la posibilidad de olvida. Un suceso del pasado, una tragedia brutal, sobre el que el tiempo hace reposar la cobertura de las circunstancias extremas, de la guerra, del miedo. Pero sobre el que sin duda la autora piensa que nunca deberá de ser olvidado. Su propuesta es el reflejo del complejo equilibrio entre la necesidad de avanzar y el olvido. Independientemente de cual sea la respuesta, jamás deberá de buscarse en la impunidad absoluta.

La novela es densa, a veces en exceso hasta no dejar respirar. Y no me termina de gustar el tramo final. Pero hay que reconocerle una potencia narrativa contundente y como crónica es tan precisa como valiente. 

Creo que todavía nos queda mucho por conocer de lo que ocurrió en aquellas tierras. Habrá muchos que no quieran que lo conozcamos pero también plumas como la de Haratischwili para contarnos la verdad. Para eso sirve entre otras cosas la literatura.

Público 


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