550 páginas
Hablaba hoy mismo de la evolución del cine documental hasta convertirse en otra forma narrativa, diferenciada de la ficción pura porque el material que se utiliza es la verdad sin adulterar.
Lo mismo ocurre con los ensayos de investigación histórica. Y No digas nada es una excelente muestra.
Podría parecer al inicio, una especie de thriller, una investigación sobre un asesinato incomprensible incluso en el sangriento escenario donde se localiza, Irlanda del Norte en las décadas que van desde los sesenta a casi hoy en día. Una viuda, madre de diez hijos y en condiciones económicas que rozan la miseria, es secuestrada una noche, al parecer por miembros del IRA, y no se vuelve a saber nada de ella.
Efectivamente este será el caso que abra y cierre el libro, el marco en el que se encuadra todo lo demás, quizás de alguna manera la excusa.
Pero lo que nos encontramos es mucho más.
No digas nada es casi un reportaje sobre la trayectoria del grupo terrorista irlandés desde su nacimiento hasta la búsqueda de una solución política. Ofrece el trasunto histórico cercano, los años sesenta, cuando los comportamientos de ambas facciones, pueden hacer comprensible cualquier empatía, luego la mutación de grupo de resistencia a terrorismo, las diferentes facciones y el paisaje sangriento de los años más duros.
La historia es larga. Y para contarla, el autor elige varios personajes, dentro de la pluralidad de los que aparecen en las páginas, y los sigue en toda su trayectoria, en su fanatismo y en sus dudas, en su decadencia y en su derrota al entender que no había victoria. Hugh Brendan, las hermanas Price, Gerry Adams.... y por supuesto, los hijos de la mujer desaparecida, en representación de tantas víctimas civiles que ha ocasionado el conflicto.
El resultado es un libro apasionante, a la altura de las mejores novelas de acción, una crónica compleja y , sobre todo, completa, que cuenta pero no juzga y de la que es imposible desengancharse. Además de una fantástica lección histórica.
Documentales, ensayos, lo dicho: al final va a resultar que no hay nada tan apasionante como la realidad.
Público
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