200 páginas
Disponible en ebook.
Hay autores que nunca fallan. Volver a ellos es como volver a casa o reencontrarse con un viejo amigo. Posiblemente no nos sorprenda pero sí tendrá las herramientas adecuadas para hacernos felices.
Anne Tyler es una de ellas. Quien haya leído alguna otra de mis entradas dedicadas a libros de esta autora, conocerá mi adoración. Tyler me parece una Jane Austen contemporánea en Baltimore.
Esta vez, su protagonista, Micah, es un hombre en la cuarentena, en apariencia solitario por decisión propia y maniático para dar cierto sentido a esa soledad. Sus relaciones, especialmente la de pareja, tiene su espacio totalmente acotado, como todo en su vida.
Circunstancias externas imprevistas, así como posiblemente el paso del tiempo, harán tambalearse sus aparentes certezas, sin dramas, sin grandes sucesos. Una vez más Anne Tyler nos cuenta que el valor y la realidad de nuestra existencia está en las pequeñas cosas.
Como siempre, la autora es capaz de narrar de forma meticulosa y sensible lo cotidiano, sabiendo como dibujar las emociones y entendiendo y transmitiendo su ductilidad, las sombras que siempre acechan en la felicidad, o las alegrías de los momentos más frágiles.
Su humor siempre está ahí, y su capacidad para escenas corales, que, en este caso, hace de la comida familiar un cuadro tan divertido como inolvidable.
Una vez más Tyler. Con otra de sus maravillosas historias a nuestra disposición. Una vieja amiga.
Público
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