NOVELA: DAVID COPPERFIELD de Charles Dickens

 

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+ de 1000 páginas

Disponible en ebook.

Hay una forma de leer que se va perdiendo cuando crecemos y somos menos curiosos y/o más escépticos. Cuando ya no nos dejamos sorprender y cuando la realidad siempre está presente. Perdemos esa capacidad de viajar sin necesidad de movernos, de hacerlo no sólo por el espacio sino también en el tiempo. 

Pero todavía guardamos, o yo guardo, esa sensación, con un poco de nostalgia, de no leer una novela sino entrar en ella. Y la recupero con algunas lecturas. De hecho, en ocasiones casi se convierte en una necesidad y es cuando vuelvo a alguno de mis clásicos.

Dickens es incontestable.

Una vez leída, me encaja la opinión de que David Copperfield es su obra más autobiográfica. De hecho podemos leerle casi como unas memorias relatadas por su protagonista, desde las referencias que conoce de su propio nacimiento, hasta la serenidad y la distancia de la vejez.

Y en ese largo periplo recorremos el paisaje habitado de una Inglaterra plural, injusta, desigual, que sin duda el humor de Dickens y su capacidad de observación hace digerible, incluso apasionante, pero sin esconder ni maquillar su suciedad y su miseria, tampoco la hambrienta moral capaz de llegar a personajes verdaderamente crueles. Porque decía paisaje habitado, y lo más notable de esta larga novela es su colección de actores, como es habitual en Dickens pero aquí multiplicado.

El autor es capaz de generar un catálogo de tipos que siempre tienen dos niveles. Uno exterior, con referencias brillantes y con un pie en el esperpento, dibujos coloristas, que podría darles un nivel de marionetas, pero complementándolo, todos tienen también un nivel interior, un perfil psicológico agudo, minucioso y cargado de humanidad. Seres bondadosos y otros vengativos y humillados, entregados a amores imposibles o indiferentes ante el dolor humano. Como digo al principio de este párrafo, un catálogo numeroso y de una riqueza desbordante.

Con todos ellos, viajamos por escenarios que, em algún caso nos recuerda al Dickens más popular, el que nos han dibujado cine y televisión, pero no nos quedemos en eso. Hay muchísimo más en sus páginas, y, al contrario de lo que tendemos a creer por deformación audiovisual frecuente, Dickens no es un autor sólo para niños y adolescentes. Posiblemente la madurez nos ofrece una lectura más reposada y con muchas más capas.

Y no quiero con esto condenar la vertiente diversión que este autor siempre consigue. De hecho hace poco comentaba aquí una colorista y trepidante versión cinematográfica de esta misma novela , que había disfrutado mucho. Es una opción dentro de lo interpretable ya que no es fácil abrazar en su totalidad este inmenso texto... pero precisamente por eso, invito a conocerlo.

Quince días con un mismo libro, una lectura inmersiva, un regreso a aquellos días de emoción y sorpresa entre las páginas. Y una extraña sensación de hermandad. Cuando escucho las últimas palabras de Copperfield, no puedo evitar pensar que lo conozco desde niño.

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