CINE: LUX AETERNA de Gaspar Noe


Francia 2019
Beatrice Dalle. Charlotte Gainsbourg. Abbey Lee. Karl Glusman. Felix Maritaud. Paul Hameline. Luka Isaac

De Gaspar Noe sólo sabía que era considerado un provocador rebelde de oídas, hasta que vi Climax. Frente a quienes la consideraban una película histérica, yo no quería imaginarme lo que habría resultado de ese material en manos de alguien menos sabio. Para mi, se trata de una forma perfecta de narrar una luctuosa experiencia real, conteniendo pero sin esconder, sugiriendo y mostrando, combinando coralidad e individualidades. Y consiguiendo siempre que el alarde técnico no ahogase el corazón, la fragilidad, el alma de los personajes. Me fascinó.

Pues bien, lo ha conseguido de nuevo. Lux Aeterna, propuesta única, con una duración inhabitual hoy en día y una intensidad epiléptica, es un ejercicio hipnótico, concentrado, inteligente, y brillante. Un acto de homenaje y desmitificación del cine y sus directores, del acto de creación  y, sobre todo, un perfecto y arriesgado artefacto narrativo.

Después de unas tomas de Dies Irae de Dreyer, todo comienza con una conversación entre dos actrices, Beatriz Dalle y Charlotte Gainsbourg que son sus propios personajes ( como supongo que todos los que participan en esta cinta ). La primera va a dirigir su primera película en la que la segunda va a ser quemada en la hoguera por bruja.

A partir de ahí, se desarrolla un set explosivo sobre la histeria del arte cinematográfico en directo, ante un proyecto descontrolado. Caben todos los tipos: la directora tirana, la estrella indiferente, las muñecas de reparto que aspiran a divas, el productor entrometido y desengañado.... todo son rencillas, traiciones, envidias y rencores, en un ritmo emocional que va creciendo hasta su conclusión. Pero la cinta no es caricatura sino homenaje, por eso, esta cortada por frases de Dreyer, Godard, Fassbinder y Buñuel.  

De  todos modos, lo que para mi convierte en única Lux Aeterna es su libertad narrativa. El director utiliza un formato reducido que al final se abre en un travelling; divide la pantalla, algo que ya habíamos visto en ocasiones, pero no incluyendo dos escenas diferentes a un tiempo en el equilibrio justo de confusión y entendimiento; utiliza por momentos la cámara en mano..... y al final rompe todo con una invasión lumínica brutal.

Otro signo de la inteligencia de Noe es su duración. Cuantas buenas ideas, geniales incluso, se malogran por el alargamiento. Aquí no hay narcisismo, no lo necesita. En sólo cincuenta minutos nos ha hecho una demostración de su amor al cine y su creatividad infinita, también de su riesgo. Pero además nos regala una obra redonda e inolvidable. Porque no nos confundamos, Lux Aeterna no es un experimento ni un juguete, es un producto terminado, una obra maestra porque se atreve y detrás hay toneladas de talento.

Es un viaje al interior del cine, una explosión, un sueño pesadilla, que al final llega al lugar, a ese lugar al que nos lleva el séptimo arte, donde todo vale si se consigue una imagen tan bella como la que cierra este film.

Público

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