CINE: NUNCA, CASI NUNCA, A VECES, SIEMPRE de Eliza Hittman

 

USA 2019

Sidney Flanigan. Talia Ryder. Theodore Pellerin. Ryan Eggold. Sharon Van Etten. Drew Seltzer. Lester Greene. Kim Rios Lin. Luz Ozuna. Brett Puglisi. Aurora Richards. April Szykeruk. Alana Barrett Adkins. Michael Erik. Guy A Fortt. Rose Elizabeth Richards. Deepti Menon. Carolina Espiro

Hay obras en las que su autor es militante, obras que trasladan su compromiso, su forma de pensar . Son una llamada al realidad, pero no hablo tanto de cine político como un cine con alta carga emocional. El creador habla de temas que tocan por supuesto su sentido de la justicia, pero también su alma. 

Sin duda Nunca, casi nunca, a veces, siempre, es un ejemplo  de este tipo de creación. Siento que Eliza Hittman nos está contando algo que le resulta cercano, que esta cinta está llena de su rabia, en este caso ante el trato a las mujeres y su vulnerabilidad en la adolescencia, especialmente en entornos urbanos poco cosmopolitas, donde puede llegar a ser brutal.

Todo comienza cuando Autumn, una protagonista cero empática y que acumula todo el desconcierto de su edad y su sexo, tiene que asumir un embarazo no deseado. Acompañada de su prima, viajarán a Nueva York para practicarse un aborto sin la autorización paterna. La película nos narra, con una pureza casi documental, la crónica de esos dos días. 

Lo primero que me llama la atención es, en el inicio del viaje en autobús, la aridez de los paisajes. Está claro: no vamos a ver postales sino el reflejo de lo poco dulce que es la vida de estas dos muchachas. La gran ciudad, será una agresión de imágenes, luces, multitudes, e igual de poco acogedora y exigente. En este sentido, la cinta adquiere una vertiente onírica, casi de abstracción que posiblemente haga su contenido más universal.  Pero la gramática de Hittman se pega a las protagonistas, muy cercana a la forma de narrar de los Hermanos Dardenne, y así consigue, que podamos casi  palpar los sentimientos de las dos adolescentes. Su amistad es el tronco de la historia , su necesidad mutua, la dureza de su lealtad, y lo cuenta desde un casi perenne silencio, desde sus miradas, a veces al vacío. 

No sé como explicarlo, pero el rigor de la autora, su sobriedad austera, parece rehuir la belleza superficial, y sin embargo la belleza sí, en forma de una poesía depurada, consigue despuntar y teñir esta historia desde la emoción de la verdad, y  alcanzarnos con sentimientos tan sinceros como la compasión, la admiración, y también, porque no, parte de esa rabia de la que hablamos al principio, y que llegamos a compartir con la directora.

Hay momentos en los que es difícil no sentirse golpeado por lo que ocurre en la pantalla. Personalmente me quedo con el de las preguntas, cuando Autumm debe de elegir como respuesta entre las palabras que componen el título de la cinta. Es impresionante los niveles de emoción que puede conseguir sólo la observación de un rostro.

La película es importante, excelente, capaz de fusionar las mejores lecciones del cine independiente americano con la tradición europea. No pretende ser un alegato proabortista e, independientemente de que pueda adivinarse la posición de la directora, es objetiva y no entra en el dilema moral.

Pero es también una historia real, extrañamente hermosa y que debería de arrancarnos el compromiso de que a partir de ahora, cuando podamos percibir algún dolor al que podamos poner reparo, recordemos esa mirada iluminada y desconcertada, dolida y esperanzada, con la que, al terminar la cinta, estas dos adolescentes miran al futuro. Ese futuro que, sólo por adivinarlo, no podemos evitar que nos duela.

Público

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