CINE: EL PLAN de Polo Menárguez

España 2019
Antonio de la Torre. Raúl Arévalo. Chema del Barco.

Una de las cosas que más me preocupan, como consecuencia de estos tiempos de pandemia, es la suerte que van a correr las pequeñas salas teatrales que conocemos como el Off Madrid. Dudo que lo tengan fácil para sobrevivir en tiempos de distanciamiento y aforos limitados.
Son proyectos con mucha ilusión y talento pero poco músculo económico.
Si la cultura se va a ver muy afectada por la nueva normalidad, estos quijotes pueden correr el riesgo de desaparecer.
Sería un desastre.
En esos lugares han surgido muchos de los proyectos teatrales más interesantes de los últimos años, algunos con la posibilidad de saltar luego a locales de mayor capacidad y convocatoria.
El Plan es uno de ellos y ha hecho el triple salto.
El texto de Ignasi Vidal nació en La Pensión de las Pulgas, un hijo de La Casa de la Portera que, junto con esta, supuso una de las aventuras teatrales más apasionantes de la capital.
De ahí, pasó al Pavón Kamikaze. Otro local gestionado por gente que realmente ama el teatro.
Y ahora al cine.
Me sonaba el nombre de Vidal. Buscándolo en redes, me sorprende descubrirlo como actor de musicales, también por supuesto de otros proyectos. En cualquier caso, aquí se descubre como un autor con mucho talento y mucha cultura dramática.
Sin duda El Plan bebe de otros autores como David Mamet.
Hay tres amigos, han quedado para hacer un plan que desconocemos ( y que sólo conoceremos al final, cuando ya no tiene importancia ). Poco a poco se van produciendo problemas sobre lo previsto. No terminamos de saber de que estamos hablando más allá de las pequeñas pistas que va soltando el autor.
Todo es diálogo, pero entre lugares comunes, se va produciendo una sensación de extrañamiento. Hay un acontecimiento que rompe la normalidad, y que Vidal consigue encajar a la perfección con un tono entre sorpresa y humor, incredulidad. Pero no es esa la razón de nuestra inquietud sino el saber que hay algo que se nos escapa en la actitud de cada personaje.
Con esta estructura, que no está muy lejos de American Bufalo, se dibuja el retrato de tres perdedores perfectamente ( y lamentablemente ) identificables. Tres hombres corrientes, en paro, sin saber como afrontar el futuro, anclados en un no lugar que sólo puede incluir como satisfacción la rabia, ni siquiera la ira porque la cobardía que les ha ido empapando no les deja alcanzar ese nivel.
Sobre este texto, muy bueno, un debutante, Polo Menarguez, nos plantea una película que asume su teatralidad y que, a mi entender, se sustenta en tres aciertos fundamentales:
Por un lado, la teatralidad asumida. Lo importante es el diálogo y los personajes. Apenas salen unos minutos del escenario principal, y es justificable. Por decirlo claramente, evita ese error de muchas de las adaptaciones dramáticas de sacar a pasear a sus actores para demostrar que lo que se está haciendo es cine y no teatro.
En segundo lugar, es breve. Según la información del estreno teatral, este duraba una hora y media cuando la película no llega a los ochenta minutos. El ejercicio dialéctico se sostiene a la perfección gracias a su concentración, a que no existe ni un gramo de paja.
Pero lo que verdaderamente eleva El Plan, película, son las interpretaciones. Con un texto así, los actores son esenciales, hay que creérselos en todo momento. Antonio de la Torre es ya Antonio de la Torre; todo lo que hace es perfecto, habrá que hablar alguna vez de si demasiado perfecto. Chema del Barco es el único que repite desde el teatro, su personaje es el más difícil, y lo borda. Pero el que se sale, quien para mi consigue una de esas interpretaciones que es difícil igualar, es Raúl Arévalo, su perdedor es quizás el más dramático y también el más indiferente, el más observador, el que tiene más silencios, y en el silencio consigue el mismo nivel de matices que cuando habla.
Los tres componen un conjunto que ya es difícil imaginar en otras voces.
El Plan, película es buena, incluso muy buena, como lo es su texto.
Me gusta además esta historia que desde un local de la Calle de las Huertas termina en las pantallas. Apostemos porque sea sólo un ejemplo de aventuras similares que, aun en tiempos oscuros, potencien que el talento salga a la luz.
No lo perdamos.
Tiene mucho que darnos.

Público     

Comentarios