TEATRO: SEA WALL de Simon Stephens

Director.-
Simon Stephens & Andrew Porter
Intérpprete.-
Andrew Scott

Una vez más, teatro en tiempos de confinamiento.
Oportunidades de asistir a representaciones importantes sin problemas de tiempo y espacio.
Esta vez Sea Wall, al parecer, en este caso, un film ( teatral ) rodado a partir del monólogo creado por Simon Stephens.
Lo importante es, en este caso, que el texto parece haber sido escrito para este excelente actor no demasiado conocido.
Lo dicho: una oportunidad.
Lo cierto es que Sea Wall se ha estrenado este año en el Teatro La Abadía a principios de temporada, pero debido a lo reducido del formato, fue prácticamente imposible conseguir entradas. Ahora lo han incluido en el proyecto de Teatro Confinado, pero también limitado en cuanto a asistencia.
Es un texto breve, un monólogo que no llega a los cuarenta minutos.
Lo protagoniza un hombre joven. Nos cuenta, directamente a cámara, parte de su vida, una en la que es un hombre feliz, casado con una mujer a la que adora, con una fantástica relación con su suegro y, sobre todo, una hija maravillosa que le da a su mundo todo el sentido.
Pero Sea Wall es un viaje a la sima..
Y lo que aprendemos es lo impredecible de ese viaje. Lo frágil del andamiaje de la necesidad.
Siempre he considerado que los monólogos necesitan dos puntales fundamentales:
Por un lado, alcanzar la trascendencia desde una sola voz y, en este caso, la brevedad. Un reto que también ocurre en los cuentos breves. Aquí , se supera. La historia  es particular, pero también tiene una dimensión universal sobre el dolor, sobre la humanidad. Hay muchos detalles, matices. Su continuidad es perfecta, hay un relato coherente y transparente Hay verdad en cada palabra. Y consigue golpear.
El segundo imprescindible es la interpretación. Un actor, y nosotros. En este caso, como ya he dicho antes, nada menos que el actor para el que ha sido escrito. Por ello Andrew Scott es perfecto. Simpático, agresivo, doliente, tanto en su voz como en su expresión corporal y sobre todo gestual. El hace que nos llegue cada palabra, nos llena de dudas sobre la cordura, consigue a partes iguales nuestra compasión y nuestro rechazo.
En muy poco tiempo consigue que vivamos con él el desconcierto del ser humano ante lo incomprensible de la tragedia inesperada.
Sea Wall es una experiencia intensa de cuarenta minutos. Que funciona de forma doble, como observación humana y como experiencia teatral.
Para ello, tengo la sensación de que su autor se ha arrancado un trozo de alma.
Este es quizás otro de los ingredientes que hacen grande unas palabras. Que tengan alma.
También la lucidez, la arquitectura dramática, pero en este caso, tengo la sensación de que manda el corazón.
Vuelvo al inicio: oportunidad. Saquemos algo positivo de estos largos días.Sí, estoy aprendiendo otra forma de ver teatro, que, cuando todo regrese a la normalidad, podré combinar con la convencional. Pero eso sí, quiero, deseo, necesito.... volver a una butaca, frente a un escenario, y que se abra un telón.

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