CINE: EL FARO de Robert Eggers

USA 2019
Robert Pattinson. Willem Dafoe

Si con dos películas pudiésemos marcar la dirección de un director, es fácil encontrar en Robert Eggers unas constantes muy definidas.
En lo que se refiere a género, está claro que es el terror. Pero es importante destacar que, viendo La Bruja y El Faro, queda claro que está en el punto opuesto al gore. Su apuesta es el terror psicológico, el que no se muestra sino que se genera. un terror que es más potente en la mente del público que en la pantalla.
Igual que en su película anterior, el escenario es reconocible: en este caso, un faro en una isla azotada por las tormentas. Dos hombres solos, sin la posibilidad de contar con nadie más en mucho tiempo. Y dos caracteres enfrentados.
Desde el inicio el tono es inquietante, y pronto empiezan los signos. La relación con las gaviotas, el misterio de la luz, el anterior ayudante desaparecido... Además, el director empapa todo de suciedad, tanto en la morada que deben ocupar como en el comportamiento del farero. Es imposible sentirse cómodo viendo El Faro o empatizar con alguno de los personajes.
Pronto comenzamos a pensar que la locura puede tener mucho que ver con la trama, sobre todo cuando los diferentes signos se van materializando. Aunque no tengamos claro cual de los dos personajes la sufre o si son ambos.
Igual que ocurría en La Bruja, gran parte de la tensión durante los cien minutos de la cinta, es la veracidad de lo que vemos. No hay grandes efectos, los elementos distorsionadores asoman y están pero exigen la interpretación del espectador o, mejor dicho le dejan interpretarlos. Y, también como en La Bruja, será prácticamente el último fotograma el que nos dará la clave.
De lo que he dicho hasta ahora, podría pensarse que El Faro es un repetición de La Bruja. No sería malo pero además, en esta el director avanza mucho desde el punto de vista visual. Con un formato de pantalla antiguo y un blanco y negro espectacular, alcanza una textura de clásico que distancia e incomoda aun más.
Algo más. En un dueto como este es imprescindible que los dos únicos protagonistas lo den todo. Dafoe tiene la brutalidad y la inteligencia necesaria y Pattinson hace ya tiempo que ha dejado de ser el chico de Crepúsculo.
En definitiva El Faro cumple con lo que debe de conseguir una buena película de terror: producir una reacción en el espectador, atraparlo, inquietarlo.
El Faro es un festín de inquietud.

Público

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