TEATRO: MEASURE FOR MEASURE de William Shakespeare

Cheek by Jowl
Director.-
Declan Donnellan
Intérpretes.-
Alexander Arsentyev. Alexander Feklistov. Anna Vardevanian. Nicolay Kislichenko. Andrei Kuzichev. Anastasia Lebedeva. Ivan Litvinenko. Alexander Matrosov. Elmira Mirel. Alexey Rakhmanov. Yuri Rumyantsev. Petr Rykov. Igor Teplov

Recuerdo la primera representación que vi de Cheek by Jowl. Fue The Changelling en el Teatro Español. Me quedé absolutamente enganchado de su manera de afrontar los clásicos, esa capacidad para traerlos a un paisaje con referencias reconocibles, pero extraño, de fusionar humor y crueldad, actualidad y distancia irónica, de agrupar referencias que iban desde el gore a Fellini consiguiendo una mixtura perfecta.
Luego disfruté de su versión de Cimbelino y de Troilo y Cresidad en otras visitas, y me quedé sin entradas para algunas más.
Se han convertido ya en una referencia del buen hacer teatral, en nuestro país donde llenan sus representaciones en cuanto se ponen a la venta. Pero es obvio que su reputación es internacional. Fruto de esta vocación exportadora tan extraña aun en la cultura, es, seguro, su participación en Rusia, en proyectos conjuntos con el Teatro Pushkin de Moscú. Esta versión shakespereana es fruto de esa alianza.
No conocía Medida por Medida. Tengo que decir que es una de las pocas obras del inglés que me negué a leer para esperar a verla representada, y hasta ahora no había tenido la oportunidad.
Una vez más, sorprende la habilidad del autor para entrar en la intimidad del ser humano, contemplarlo y ser capaz de dibujarlo con palabras sabias y hermosas en boca de sus personajes.
Medida por Medida es cruel y oscura.
Habla de la corrupción del poder, de la dificultad de la pureza o de los excesos de la pureza excesiva. Pero también extiende esa corrupción al ámbito individual de cada uno cuando está en juego perder la vida o cualquiera otros bienes que se consideren preciados.
Donnellan, una vez más, demuestra un respeto absoluto por el texto. Sólo utiliza en ocasiones esa distancia irónica que antes citaba y que produce buenos momentos de humor, pero consigue desarrollar a la perfección desde el punto de vista narrativo, toda la carga dramática de la historia. También exponerla de forma abierta, invitándonos al juicio o al descubrimiento de nosotros mismos.
La producción, como todas las de esta compañía, tiene una personalidad propia.
Opta por que la oscuridad de lo narrado, se transmita en unos decorados sin apenas colores sobre el negro, más allá de un rojo sangre de la crueldad y el blanco impoluto de la pureza.
En ese entorno, casi de caja, se mueven un conjunto de personajes que, en muchas ocasiones parecen marionetas, posiblemente para trasladar la inactividad de la masa, pero también creando una actividad escénica magnífica.
Hay música en directo, baile y iconografía. Elementos que hemos visto en muchas de sus propuestas y que tienen aquí un hermoso tono de evocación.
Todo es, una vez más, ágil y sorprendente. Pero sobre todo, Shakespeare está presente y en ningún caso se ve cubierto por las ideas que abundan en el escenario.
Por lo demás, no conozco suficientemente la actualidad rusa, pero tengo la sensación de que en general la representación es evocadora de cierta estética dictatorial stalinista y de la corrupción de la clase política.
No ha sido fácil ver esta representación digital:
Por un lado, está hablado en ruso con unos subtítulos en inglés que desaparecen demasiado rápido.
Por otro, la filmación prima el gesto sobre el conjunto, y dada la importancia del movimiento coral en esta representación, me habría gustado contar con mayor perspectiva.Perdemos esa parte de construcción artesanal que sólo intuimos.
En cualquier caso, no podemos negar que es una gozada poder contar con la oportunidad de ver obras de este nivel en tiempos de confinamiento.
Es una representación que se recordará.Aunque a mi me quedé el resquemor de no haberla podido percibir en su plenitud.
Y personalmente he saldado otra de mis deudas pendientes con su autor.

Público

   

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