CINE: LA CAMARISTA de Lila Avilés

México 2018
Gabriela Cartol. teresa Sánchez. Agustina Quinci. Alán Uribe

Eve es lo que en México se llama una camarista, es decir, una limpiadora de habitaciones en un gran hotel.
Sus jornadas de trabajo se componen de tareas repetitivas y contactos mínimos. sabemos que tiene un hijo pequeño que alguien cuida y a quien no puede ver lo que le gustaría. Y sabemos también que, dentro de su timidez y de su aparente apocamiento, aspira a más.
Lo más importante de esta película es su capacidad para contraponer y engarzar dos planos:
Por un lado, Avilés es capaz de crear un microcosmos perfecto, lleno de pequeñas historias que apenas se enuncian. esa amiga arribista y tramposa. Esas relaciones basadas en el aprovechamiento del otro. Una historia de dos, que no puede llamarse amor. La monotonía se rompe, sólo ligeramente, pero permite que la habiten los comportamientos de seres humanos que observamos como a insectos, con intereses primarios.
Pero como dije anteriormente, Eve aspira a más, aunque su horizonte sea limitado. Y en ese cuadro que puede tener mucho de mecánico, la directora es capaz de destilar su humanidad y sus deseos a base de apuntes a los que hay que estar atentos. Su frustración, su deseo por ese vestido rojo. Su inocencia. Hasta llegar a ese punto donde parece que va a asomar la locura.
La cinta evita la sordidez y es incluso elegante desde el punto de vista visual.
La historia es extrañamente delicada en su cuidado por el detalle, en su rigor.
Posiblemente es uno de los mejores retratos de la alienación que sufren algunos seres humanos en su entorno laboral, pero al contrario que otras propuestas más políticas, creo que lo que hace importante esta y le otorga su grandeza es que su creadora se preocupa mucho de que podamos atisbar el alma de su protagonista.
Sin duda es una cinta difícil desde su inicio. Sorprende casi que exista y que se haya podido realizar con tanto rigor.
Podría, debería, ser objeto de debate. En cualquier caso, debería de hacernos pensar.
Esta es la sociedad que tenemos.
La historia de Eve es la historia de muchos y se repite en cualquier nación o territorio. Personas cuya vida está fundamentalmente ocupada por su trabajo sin que este le permita cotas mínimas de realización personal. Seres que se comportan como robots y a los que ni siquiera vemos cuando están a nuestro lado. No sabemos nada de sus vidas, no podemos imaginarlas y no nos interesan. Son una parte más del sistema.
Y cuando abandonan su lugar de trabajo, cuando salen por la puerta, en este inteligente final, posiblemente, de alguna manera, dejan de existir.

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