320 páginas
Disponible en ebook
Me cuesta entender, lo reconozco, porqué me ha costado tanto terminar este libro, porque me ha producido tan poca empatía.
Las críticas son excelentes. Ha sido finalista del Booker Prize.
Y personalmente, no puedo decir nada en contra.
La novela comienza con la desaparición de una niña de trece años en un pueblo inglés.
La pequeña comunidad, por supuesto, verá afectadas sus rutinas.
A partir de ahí, el autor desarrolla una estructura muy clara:
Trece capítulos. Cada uno cubre un año y todos comienzan en el fin de año del anterior con la misma frase.
En ellos, se van apuntando pequeñas historias del conjunto de habitantes, narraciones que se entrelazan con el dibujo de la naturaleza que los rodea.
Queda el recuerdo de la niña perdida. Nunca desaparece, pero terminará siendo poco más que una recuerdo o una leyenda.
El trabajo del autor es artesanal. Delicado.
Sin duda es un trabajo importante y coherente.
Pero lo siento, no consigo entrar y finalmente me resulta una hazaña difícil llegar al final.
Quizás, lo único que se me ocurre , es que existe una acumulación en el que se montan unos y otros personajes, y que además, se escribe y se muestra con cierta distancia, sin llegar a involucrarse de forma directa en lo que cuenta.
El caso es que, como he dicho siempre, la valoración de una obra es algo siempre subjetivo. Lector y lectura se encuentran en relaciones personales e íntimas. A veces no ocurre. Y de verdad que lo siento. Nada más gozoso que esa comunión.
Que yo no he encontrado en El embalse 13.
Público
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