Dirección.-
Andrés Lima.
Intérpretes.-
Carmen Machi. Nathalie Poza. Carolina Yuste
Hablamos de teatro documento.
Si el teatro tiene un compromiso con la sociedad, contar la realidad y hacernos enfrentarnos a ella es sin duda un objetivo a reconocer.
Es este, al parecer, el motivo que inspira este espectáculo. Ponernos al día y hacernos reflexionar sobre una de las lacras de nuestro sistema. Evitar cualquier edulcuración y, de esa manera, hacernos en parte responsables de aceptar lo que ocurre.
Así, el texto está creado a través de la fusión de otros textos sobre el tema, pero también de diversos testimonios de personajes reales.
A estas mujeres las encarnan en el escenario tres actrices sublimes.
Bien. Las buenas intenciones están claras, pero creo que este es uno de estos casos en que fondo y forman no terminan de estar a la misma altura.
La configuración del espectáculo es muy buena.
Comienza con una enumeración de cifras que no pueden más que sobrecogernos. Se desarrolla en un escenario casi vacío, con un contenedor móvil y transmutable, una pasarela que recuerda a los espectáculos porno y que se prolonga a parte del patio de butacas ( permitiendo alguna incómoda interelación con el público ) y música en directo. Con mucho apoyo audiovisual y algunas canciones, Lima demuestra de nuevo su buena mano para crear agilidad y movimiento. El espectáculo es largo, un poco más de dos horas, pero se lleva muy bien, sin caídas de ritmo. Su tono de cabaret cose todas las escenas a la perfección.
Otra cosa es el contenido.
Prostitución me parece un texto ideológicamente muy confuso.
Está compuesto sobre todo a base de monólogos aislados, a veces a dúo, y alguna escena coral.
Posiblemente le afecte la diversidad de las fuentes, pero creo que también hay un problema de elección de los mismos.
Asumiendo que es este un tema complejo, creo que la representación no sólo aclara las posiciones sino que las confunde. Por un lado, incluye aspectos que no termino de integrar, como la violación: cita la prostitución masculina tangencialmente pero de una forma casi insultante en la complacencia que les otorga y, fundamentalmente, veo dos problemas de tono.
El primero está precisamente en la parte más ideologizada, de mensaje. Es tan radical y se intenta lanzar con tanta contundencia que, por un lado re pierde en la reiteración y, por otro, no agrede sino que simplemente incomoda y resulta excesivo, un poco esperpéntico.
Y el otro fallo de tono, lo siento, es el humor. Comprendo, y soy un ferviente creyente, que el humor es el arma más inteligente del ser humano, pero me cuesta asumir que un documento sobre la prostitución pueda convertirse, durante gran parte de su metraje, en una hilarante comedia que llena el teatro de carcajadas.
Combinar la denuncia y la risa, cuando lo que provoca la risa es la miseria de las víctimas, me resulta cuando menos chocante.
Prostitución está llenando la sala principal del Teatro Español. Siempre es una alegría que un teatro se llene y más cuando habla de un tema serio. Creo que es un buen espectáculo, esforzado y de calidad, pero creo que no es redondo, que se queda por debajo de sus pretensiones o estas se diluyen en la puesta en pie.
Uno de sus pilares más importantes, sino el más, son, ya las he citado antes, sus tres actrices, que pasan casi las dos horas sobre las tablas, transmutando en uno y otro personaje sin fisuras. Las tres merecen el aplauso, pero quiero destacar a Carmen Machi. Siempre tuve dudas sobre si no era una intérprete demasiado vinculada a un tono ( que aquí utiliza en momentos el director para potenciar la risa ), sin embargo aquí nos regala perfiles de camaleón y en todos está perfecta.
Sólo por verla a ella, a ellas, ya merecería la pena ver la obra.
Pero ahí más, posiblemente no todo lo que promete, pero sí mucho más.
Público
Andrés Lima.
Intérpretes.-
Carmen Machi. Nathalie Poza. Carolina Yuste
Hablamos de teatro documento.
Si el teatro tiene un compromiso con la sociedad, contar la realidad y hacernos enfrentarnos a ella es sin duda un objetivo a reconocer.
Es este, al parecer, el motivo que inspira este espectáculo. Ponernos al día y hacernos reflexionar sobre una de las lacras de nuestro sistema. Evitar cualquier edulcuración y, de esa manera, hacernos en parte responsables de aceptar lo que ocurre.
Así, el texto está creado a través de la fusión de otros textos sobre el tema, pero también de diversos testimonios de personajes reales.
A estas mujeres las encarnan en el escenario tres actrices sublimes.
Bien. Las buenas intenciones están claras, pero creo que este es uno de estos casos en que fondo y forman no terminan de estar a la misma altura.
La configuración del espectáculo es muy buena.
Comienza con una enumeración de cifras que no pueden más que sobrecogernos. Se desarrolla en un escenario casi vacío, con un contenedor móvil y transmutable, una pasarela que recuerda a los espectáculos porno y que se prolonga a parte del patio de butacas ( permitiendo alguna incómoda interelación con el público ) y música en directo. Con mucho apoyo audiovisual y algunas canciones, Lima demuestra de nuevo su buena mano para crear agilidad y movimiento. El espectáculo es largo, un poco más de dos horas, pero se lleva muy bien, sin caídas de ritmo. Su tono de cabaret cose todas las escenas a la perfección.
Otra cosa es el contenido.
Prostitución me parece un texto ideológicamente muy confuso.
Está compuesto sobre todo a base de monólogos aislados, a veces a dúo, y alguna escena coral.
Posiblemente le afecte la diversidad de las fuentes, pero creo que también hay un problema de elección de los mismos.
Asumiendo que es este un tema complejo, creo que la representación no sólo aclara las posiciones sino que las confunde. Por un lado, incluye aspectos que no termino de integrar, como la violación: cita la prostitución masculina tangencialmente pero de una forma casi insultante en la complacencia que les otorga y, fundamentalmente, veo dos problemas de tono.
El primero está precisamente en la parte más ideologizada, de mensaje. Es tan radical y se intenta lanzar con tanta contundencia que, por un lado re pierde en la reiteración y, por otro, no agrede sino que simplemente incomoda y resulta excesivo, un poco esperpéntico.
Y el otro fallo de tono, lo siento, es el humor. Comprendo, y soy un ferviente creyente, que el humor es el arma más inteligente del ser humano, pero me cuesta asumir que un documento sobre la prostitución pueda convertirse, durante gran parte de su metraje, en una hilarante comedia que llena el teatro de carcajadas.
Combinar la denuncia y la risa, cuando lo que provoca la risa es la miseria de las víctimas, me resulta cuando menos chocante.
Prostitución está llenando la sala principal del Teatro Español. Siempre es una alegría que un teatro se llene y más cuando habla de un tema serio. Creo que es un buen espectáculo, esforzado y de calidad, pero creo que no es redondo, que se queda por debajo de sus pretensiones o estas se diluyen en la puesta en pie.
Uno de sus pilares más importantes, sino el más, son, ya las he citado antes, sus tres actrices, que pasan casi las dos horas sobre las tablas, transmutando en uno y otro personaje sin fisuras. Las tres merecen el aplauso, pero quiero destacar a Carmen Machi. Siempre tuve dudas sobre si no era una intérprete demasiado vinculada a un tono ( que aquí utiliza en momentos el director para potenciar la risa ), sin embargo aquí nos regala perfiles de camaleón y en todos está perfecta.
Sólo por verla a ella, a ellas, ya merecería la pena ver la obra.
Pero ahí más, posiblemente no todo lo que promete, pero sí mucho más.
Público
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