Planeta
410 páginas
Disponible en ebook.
Muchas veces he dicho que el género negro es verdaderamente un género de crónica de un país. A través de sus aspectos más oscuros, se muestra el paisaje social, el económico y por supuesto, el histórico.
Pocas cosas nos determinan tanto a una colectividad como sus miedos y sus ambiciones, aquello por lo que está dispuesto a matar y a morir.
Tal vez en España el terrorismo vasco se haya asomado poco a la ficción policiaca por pudor. Sí se ha utilizado en ficción política o social, pero da la sensación de que hacerlo por esta vía era ligeramente frívolo. Y por supuesto, obligaba a algo tan delicado en un mundo cada vez más pretendidamente correcto, como señalar a unos como malos y a otros como buenos.
Me parece por lo tanto este un ejercicio tan sano como legítimo, con su objetivo de no olvidar y también de llamar a las cosas por su nombre, desacralizar aquello que nunca mereció ser sagrado.
Gabo, el protagonista de esta historia, es un comisario jubilado que paso gran parte de su historia profesional en el País Vasco en los peores años del conflicto. Más tarde en Madrid siguió trabajando con ese objetivo, intentando detener la extensión al resto del territorio que parecía haber decidido la banda.
Cuando ya cree que sus tiempos de lucha han acabado, un antiguo compañero, aún en activo, le pide que siga a un antiguo activista que parece haber regresado.
Con esta base, Benzo desarrolla una historia entre el presente y el pasado.
El presente, un thriller tenso y muy bien planteado.
El pasado, historia y nostalgia de quienes se enfrentaron a la lucha armada.
En esta novela no hay ideología, ni atisbos de justificación, hay crónica fría en los hechos, y claridad en la definición de los malos. Ni siquiera le da a la "banda" un nombre que pueda dignificarla, no lo merece. Eran unos asesinos y lo seguirán siendo.
Como, diga lo que diga el título, eran héroes quienes eligieron el compromiso de terminar con ellos y lo seguirán siendo.
Nunca fuimos héroes en una muy buena novela muy bien escrita, apasionante en muchas ocasiones, entretenida siempre. Pero me gusta verla también como un acto de valentía. Un gozoso homenaje a quienes dejaron su vida entonces, a los que se la arrebataron, y a quienes nunca se dieron por vencidos.
La literatura sirve para muchas cosas.
Gracias, autor.
Público
410 páginas
Disponible en ebook.
Muchas veces he dicho que el género negro es verdaderamente un género de crónica de un país. A través de sus aspectos más oscuros, se muestra el paisaje social, el económico y por supuesto, el histórico.
Pocas cosas nos determinan tanto a una colectividad como sus miedos y sus ambiciones, aquello por lo que está dispuesto a matar y a morir.
Tal vez en España el terrorismo vasco se haya asomado poco a la ficción policiaca por pudor. Sí se ha utilizado en ficción política o social, pero da la sensación de que hacerlo por esta vía era ligeramente frívolo. Y por supuesto, obligaba a algo tan delicado en un mundo cada vez más pretendidamente correcto, como señalar a unos como malos y a otros como buenos.
Me parece por lo tanto este un ejercicio tan sano como legítimo, con su objetivo de no olvidar y también de llamar a las cosas por su nombre, desacralizar aquello que nunca mereció ser sagrado.
Gabo, el protagonista de esta historia, es un comisario jubilado que paso gran parte de su historia profesional en el País Vasco en los peores años del conflicto. Más tarde en Madrid siguió trabajando con ese objetivo, intentando detener la extensión al resto del territorio que parecía haber decidido la banda.
Cuando ya cree que sus tiempos de lucha han acabado, un antiguo compañero, aún en activo, le pide que siga a un antiguo activista que parece haber regresado.
Con esta base, Benzo desarrolla una historia entre el presente y el pasado.
El presente, un thriller tenso y muy bien planteado.
El pasado, historia y nostalgia de quienes se enfrentaron a la lucha armada.
En esta novela no hay ideología, ni atisbos de justificación, hay crónica fría en los hechos, y claridad en la definición de los malos. Ni siquiera le da a la "banda" un nombre que pueda dignificarla, no lo merece. Eran unos asesinos y lo seguirán siendo.
Como, diga lo que diga el título, eran héroes quienes eligieron el compromiso de terminar con ellos y lo seguirán siendo.
Nunca fuimos héroes en una muy buena novela muy bien escrita, apasionante en muchas ocasiones, entretenida siempre. Pero me gusta verla también como un acto de valentía. Un gozoso homenaje a quienes dejaron su vida entonces, a los que se la arrebataron, y a quienes nunca se dieron por vencidos.
La literatura sirve para muchas cosas.
Gracias, autor.
Público
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