TEATRO: REINAR DESPUÉS DE MORIR de Vélez de Guevara

Director.-
Pepa Pedroche
Intérpretes.-
Lara Grube. David Boceta. Chema de Miguel. Manuela Velasco. María José Alfonso. Julián Ortega. Rita Barber. Ricardo Reguera.
Compañía Nacional de Teatro Clásico.
En coproducción con la Compañía de Teatro de Almeida.

La leyenda de Inés de Castro es una de las más hermosas de nuestro romancero.
Inés, dama de compañía, enamora al príncipe una vez que este enviuda.
En un matrimonio secreto le da dos hijos y comparten un amor apasionado lejos de la corte.
Cuando el Rey decide casar a su hijo con la Infanta de Navarra, la muchacha se convertirá en el único impedimento.
Un crimen por razones de estado. Pero también un amor que triunfa más allá de la muerte.
Lo primero que llama la atención al entrar en el teatro es el artefacto escénico, anacrónico y evocador que ocupa el escenario. Una especie de gran pista de skate dibujada de azulejos portugueses que obligará a los intérpretes a coreografías acrobáticas para entrar y salir par las puertas/ ventanas laterales en ambos extremos superiores.
Ignacio García justifica su decisión apelando a un mundo estrecho y rígido del que era imposible escapar. a mi me produce además una sensación de extrañamiento que percibo durante toda la representación y que, a pesar del vestuario perfectamente encajado en la época, me sitúa en una especie de no lugar.
No conozco la versión original del texto, pero es obvio que la que se nos ofrece es concentrada. Una hora y veinte es poco en el teatro clásico. Además, supera las barreras de tiempo y espacio, alternando escenas y escenificando diálogos. La presencia de los personajes en escenas en las que no participan , en ocasiones sólo como una prolongación de una especie de coro mudo, colabora a un nivel cercano a la abstracción.
Una propuesta pues arriesgada, singular.
El resultado, un espectáculo pictórico, muy hermoso, a lo que contribuyen una iluminación perfecta y unas acotaciones musicales enredadas entre la tristeza y la nostalgia. A través de este paisaje, fluyen las palabras, el verso, con total naturalidad ya que se convierten en un elemento más de esta fiesta poética.
Pepa Pedroche opta por un conjunto delicado y un tiempo lento, cuidando cada escena como si fuese única y dando su tiempo a los silencios. Quizás pueda llegar a la morosidad en la última parte. Pero es coherente.
Una forma diferente de interpretar pues una leyenda, llevándonos a un lugar cercano al sueño y muy parecido a las interpretaciones del tiempo, de la memoria.
A fin de cuentas, eso es lo que son las leyendas.

Público
     

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