NOVELA: TIEMPOS RECIOS de Mario Vargas Llosa

Alfaguara
360 páginas
Disponible en ebook

Vargas Llosa vuelve una vez más, a retratar el paisaje Latinoamericano. En este caso, su foco es sobre todo político, como ya hizo en La fiesta del chivo, una novela no muy alejada de esta y con la que comparte algún personaje.
El centro es Guatemala en los años cincuenta/ sesenta. Un país diezmado por diferentes dictaduras y manipulado desde los Estados Unidos nada menos que para salvaguardar la salud de una multinacional frutera, la Fruit United.
Su historia, o una parte muy negra de su historia, la relata el Premio Nobel con su habitual riqueza léxica. También con su arriesgada reconstrucción que nos lleva a viajar de un lugar a otro, de un tiempo pasado a un tiempo futuro.
Tengo la sensación de que esta vez, el objetivo del autor es acercarse más a la crónica que quedarse en la novela. Quizás por ello, hay en algún momento una profusión de datos y situaciones que también responde a la propia complejidad, kafkiana en algún momento, de los hechos que se narran.
En cualquier caso, también está, claro, el Vargas Llosa narrador, aquel que es maestro en dibujar personajes de verdad y seguirlos en sus odiseas aunque esto en ocasiones lo aleje del centro. El que, como nadie, nos impacta con acciones que sólo un maestro puede poner sobre el papel con equilibrio suficiente para no caer en el morbo o el ridículo.
Pero ese narrador aquí se contiene.
Apuesta por no generar una de sus largas novelas ( de sus obras, mi favorita es Conversación en la catedral ), sino optar por un volumen medio, cuando cada uno de sus personajes o de los virajes económicos que narra, podría ser merecedora de un sólo libro.
No por ello pierde fuerza ni nivel. Tiempos recios es uno de los buenos, muy buenos, de su autor.
Crónica, ya lo he dicho, de un continente que lucha por superar la maldición que, en forma de mandatorios e invasores, parece haberles mandado el destino.
Eso sí, al final, en un precioso epílogo en la casa de Marta, "Miss Guatemala·", un personaje fascinante en su experiencia conocida y sugerida, el autor nos recuerda que la ficción es su campo de juego, lo cual no quiere decir que no sea importante la verdad, sino, tal vez, que sabe Dios quien la conoce.

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