Rusia 2019
Viktoria Miroshnichenko. Vasilisa Perelygina. Andrey Bykov. Igor Shirokov. Konstantin Balakirev. Ksenia Kutepova. Olga Dragunova. Timofey Glazkov
No sé cual fue la razón por la que hace unos años, fui a ver Demasiado cerca, la primera película de un debutante director ruso, centrada en la comunidad judía de una región del país, es decir, un paisaje que desconocía absolutamente.
Lo que sí sé es cuales fueron las razones por la que salí fascinado y sobrecogido, y aquí lo escribí en su momento.
Una gran mujer, su segunda obra ( personalmente creo que el título es equívoco ) consigue estar al nivel de su precedente. Sobre todo en su capacidad de dar un puñetazo desde la pantalla, de dejarnos sin aire.
El fondo es histórico. Leningrado al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando la ciudad, destrozada por un cerco feroz, con la mayoría de sus habitantes unidos en la miseria y la ruina humana de los soldados que han regresado. Una ciudad que necesita levantarse de sus cenizas, que se encuentra ante la obligación de asumir la paz y regresar a la normalidad.
La espina dorsal son dos mujeres. Una de ellas, una mujer chocante en su altura y en su afasia, luego entenderemos que es una antigua soldado con un trauma feroz; ahora trabaja en un hospital. La otra llegará desde el frente a incorporarse a su vida. Han estado juntas allí y posiblemente, en circunstancias normales tendrían una buena y corriente relación de amistad.... Pero estamos ante gente que ha cruzado el infierno y que todavía no lo han abandonado del todo, seres humanos que no han podido evitar deformarse, convertirse en monstruos.
El casting es uno de los mayores aciertos de la cinta, el contraste estético impulsa las posiciones, la rareza.
Estas dos mujeres, en carne viva, viven una confusa unión, de dependencia mutua, de confusión, de epidermis, de miedo. Posiblemente existe corazón, pero sobre todo, existe pavor a la pérdida. Es complejo seguirlas porque es complejo comprender cada uno de sus momentos.
Por eso, entre los carteles que he visto de la cinta, he elegido la que acompaña esta nota: creo que es perfecta a la hora de trasladar la deformidad, la agresividad entre una mano y unos ojos.
Es importante señalar que, a pesar de la falta de concesiones, hay respeto e incluso ternura en la mirada del director. Entiende el dolor de sus personajes. Lo comparte.
La historia se va desvelando poco a poco y nunca de manera total. Hay que adivinarlo en las continuas escenas de interior y entre la agresividad de una fotografía que parece la paleta de un pintor, plagada de colores.
Balagov, una vez más expresa, materializa, el dolor. Es como si estuviese creando una mitología de las zonas oscuras del mundo Y lo hace sin miedo de la brutalidad interior y exterior de algunas de sus escenas.
No sé si ha decidido ser el cronista de lo más oscuro de su país, pasado y presente, como un ejercicio de apertura, de ajuste de cuentas, de necesaria sinceridad.
Quizás sea la única manera de mostrar el horror de la guerra, especialmente en el cuerpo de las mujeres. Posiblemente no se puede suavizar el mensaje ni se deba de hacerlo. Con ello, sin complejos, Una gran mujer es la condena bélica más contundente que recuerdo en mucho tiempo.
Público
P/S Unos días después completo este comentario. Y lo hago porque el recuerdo es cada vez más sórdido, más oscuro. Supongo que eso la cualifica. Un retrato del horror que consigue rozar la repugnancia moral.
Viktoria Miroshnichenko. Vasilisa Perelygina. Andrey Bykov. Igor Shirokov. Konstantin Balakirev. Ksenia Kutepova. Olga Dragunova. Timofey Glazkov
No sé cual fue la razón por la que hace unos años, fui a ver Demasiado cerca, la primera película de un debutante director ruso, centrada en la comunidad judía de una región del país, es decir, un paisaje que desconocía absolutamente.
Lo que sí sé es cuales fueron las razones por la que salí fascinado y sobrecogido, y aquí lo escribí en su momento.
Una gran mujer, su segunda obra ( personalmente creo que el título es equívoco ) consigue estar al nivel de su precedente. Sobre todo en su capacidad de dar un puñetazo desde la pantalla, de dejarnos sin aire.
El fondo es histórico. Leningrado al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando la ciudad, destrozada por un cerco feroz, con la mayoría de sus habitantes unidos en la miseria y la ruina humana de los soldados que han regresado. Una ciudad que necesita levantarse de sus cenizas, que se encuentra ante la obligación de asumir la paz y regresar a la normalidad.
La espina dorsal son dos mujeres. Una de ellas, una mujer chocante en su altura y en su afasia, luego entenderemos que es una antigua soldado con un trauma feroz; ahora trabaja en un hospital. La otra llegará desde el frente a incorporarse a su vida. Han estado juntas allí y posiblemente, en circunstancias normales tendrían una buena y corriente relación de amistad.... Pero estamos ante gente que ha cruzado el infierno y que todavía no lo han abandonado del todo, seres humanos que no han podido evitar deformarse, convertirse en monstruos.
El casting es uno de los mayores aciertos de la cinta, el contraste estético impulsa las posiciones, la rareza.
Estas dos mujeres, en carne viva, viven una confusa unión, de dependencia mutua, de confusión, de epidermis, de miedo. Posiblemente existe corazón, pero sobre todo, existe pavor a la pérdida. Es complejo seguirlas porque es complejo comprender cada uno de sus momentos.
Por eso, entre los carteles que he visto de la cinta, he elegido la que acompaña esta nota: creo que es perfecta a la hora de trasladar la deformidad, la agresividad entre una mano y unos ojos.
Es importante señalar que, a pesar de la falta de concesiones, hay respeto e incluso ternura en la mirada del director. Entiende el dolor de sus personajes. Lo comparte.
La historia se va desvelando poco a poco y nunca de manera total. Hay que adivinarlo en las continuas escenas de interior y entre la agresividad de una fotografía que parece la paleta de un pintor, plagada de colores.
Balagov, una vez más expresa, materializa, el dolor. Es como si estuviese creando una mitología de las zonas oscuras del mundo Y lo hace sin miedo de la brutalidad interior y exterior de algunas de sus escenas.
No sé si ha decidido ser el cronista de lo más oscuro de su país, pasado y presente, como un ejercicio de apertura, de ajuste de cuentas, de necesaria sinceridad.
Quizás sea la única manera de mostrar el horror de la guerra, especialmente en el cuerpo de las mujeres. Posiblemente no se puede suavizar el mensaje ni se deba de hacerlo. Con ello, sin complejos, Una gran mujer es la condena bélica más contundente que recuerdo en mucho tiempo.
Público
P/S Unos días después completo este comentario. Y lo hago porque el recuerdo es cada vez más sórdido, más oscuro. Supongo que eso la cualifica. Un retrato del horror que consigue rozar la repugnancia moral.
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