TEATRO: REENCUENTRO de María Inés González y Miguel Ángel Cárcano

Director.-
Miguel Ángel Cárcamo
Intérprete.-
Carlos Bugallal
Café Gijón- Madrid.

Empiezo aclarando algo.Creo que anteriormente, en ninguna entrada sobre teatro he mencionado el lugar de la representación.
Aquí sí.
Café Gijón. Un local mítico de un Madrid de varias épocas, asociado siempre con la cultura. Pero desconocía sus posibilidades teatrales.
Tomar una cerveza en la barra antes de entrar, bajar a la cripta, sentarte a escasos metros del actor... no lo sé, pero todo ello impregna la experiencia teatral de un sabor particular. Quizás el teatro siempre debiera intentar disfrutarse así, como algo íntimo y cercano.
Ya lo he dicho: a pocos metros. Que reto para un actor, más cuando está solo. Y que bien escrito debe de estar el texto para conseguir que el público olvide la extrañeza del entorno, que deje de estar  atrapado por la singularidad del escenario para engancharse en lo que le están contando.
Reencuentro es un monólogo.
Un monólogo extraño porque los personajes son dos.
Narra el encuentro casual entre dos antiguos compañeros de universidad de signo contrario: ganador y perdedor.
Con el tiempo las cosas han cambiado, o parecen haber cambiado, Pero ambos continúan con las heridas abiertas debajo de la cicatriz.
Voy a evitar avanzar en el relato para no dar ninguna pista sobre el final.
Pero diré que me interesa mucho el recorrido que intuimos en cada personaje, del lugar que parten al lugar a donde han llegado. Caminos no lineales, y, a menudo, sorprendentes. Quizás la prueba de lo relativo que todo puede llegar a ser ante la marea de la vida.
Me gusta mucho el texto.
Me gusta como dibuja dos personalidades antagónicas, no como entes cerrados y completos sino cargados de matices y fisuras. El chulo canalla incapaz de aceptar el fracaso, el triunfador que guarda en su interior aun a un niño doliente.
Lo único que podría parecerme un pero es un final sorprendente pero algo brusco.
Lo siento pero los cuarenta y cinco minutos se me han hecho cortos. Estaba dispuesto, e incluso deseoso de seguir escuchando a los dos, de ver como avanzaba ese aterrizaje en una extraña amistad.
Estoy seguro de que esto último tiene que ver con el actor protagonista.
Desconocía a Carlos Bugallal. Aquí empieza con Alberto. En inicio el más débil. Tardo un poquito en comprender que los atisbos de inseguridad no son suyos sino del personaje. Luego llega Juan, incandescente. A partir de ahí, va creciendo, creciendo. Sólo le hace falta un gesto, una especie de leve transmisión corporal, para saltar de uno a otro, ese es ya el grado de comunión con quienes estamos allí.
Ya he dicho que el texto me gusta, mucho. Pero la representación es él. Un ejercicio de alto riesgo que no sólo supera sino que, obviamente, disfruta.
Salgo, tras aplaudir como la ocasión merece, a la noche de Madrid. Con la sensación de que alguien me ha hecho un regalo.
Y lo primero que hago es enviar un wasap a BR, la buena amiga que me recomendó esta propuesta que, sin ella, posiblemente no hubiese conocido.

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