NOVELA: TIEMPOS DE ESPERA ( CRÓNICAS DE LOS CAZALET II) de Elizabeth Jane Howard

Siruela
460 páginas
Disponible en ebook

Cuando se afronta la lectura de una saga, no es fácil hacer valoraciones individuales de sus partes, salvo que alguna no esté a la altura.
Las Crónicas de los Cazalet, son un proyecto ambicioso y complejo. Narrar un periodo convulso de la historia de Inglaterra mediante una recolección cotidiana y costumbrista de una familia adinerada pero alejada de la aristocracia.
Ambicioso por la amplitud del espectro que asume: los miembros de la familia, bastante numerosos, y algunos de sus allegados. Todos ellos con sus propios perfiles y sus singulares historias.
Complejo por su aparente sencillez. La autora opta en todo momento por un tono aparentemente ligero exento de dramatismos y efectos, aunque dramáticas sean muchas de las peripecias con las que nos encontramos.
En este caso, el tiempo que recoge es el que va desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial hasta el ataque japonés a Pearl Harbour y, consecuentemente, la esperada entrada de los EE.UU en la contienda.
Si bien existen varios bloques generales, al igual que en la primera entrega, la mayoría de los capítulos se ordenan bajo el nombre de uno de sus protagonistas.
Lo llamativo en este caso, es que estas son tres de las niñas de la familia, una de ellas ya entrando en la adolescencia.
Esta elección tiene un objetivo claro: Tiempos de espera no es una novela bélica sino una novela donde se cuenta la guerra desde la retaguardia. Sin duda, las vidas de los habitantes de Gran Bretaña se verán modificadas: bombardeos, racionamiento, ausencia de los hombres.... pero sobre todo, la guerra produce un compás de espera sobre aquello que parece estar sucediendo en la lejanía. En este sentido, la mirada de los niños es muy relevante: la guerra supone en muchos casos aburrimiento, al alejarles de sus entretenimientos habituales sin ofrecerles otros a cambio.
En este contexto, la vida de la familia sigue transcurriendo con esa aparente ligereza que Jane Howard consigue trasladar a su prosa. Capaz de ahondar en la intimidad de cada uno de sus personajes y dibujar un entorno riguroso y al detalle que nunca peca de preciosista.
La novela por lo tanto, puede verse, lógicamente, como parte de un conjunto, pero mantiene su propia esencia individual que la hace importante en si misma.
Estas crónicas son para mi un apasionante descubrimiento.
Tengo la sensación de que en este caso la literatura, que tantas veces nos permite explorar otros mundos, nos ofrece la oportunidad de compartir un entorno tan privado como verdadero.

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